Las grietas de Jara

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

De cómo sobrevivir al desasosiego

"A nadie le gusta ser el único estúpido", le explica alguien al único estúpido de esta historia, o, digamos, al único que todavía no se avivó. Cuando se avive será de forma singular e inquietante. Otra frase clave que le dicen, más de una vez y desde distintos lados, es, precisamente, "¿De qué lado estás?" Él es un arquitecto puesto a soportar una mujer quejosa, una hija rebelde, y dos empleadores que lo tratan como lo ven, como el empleado de una empresa inmobiliaria donde ellos ganan y él apenas cobra un sueldo y encima debe dar la cara frente a un vecino molesto. Eso pasó hace un tiempo. Un vecino de apellido Jara, que reclamaba indemnización por daños a su propiedad. ¿Y qué pasó con ese sujeto? De a poco lo sabremos, ahora que lo pregunta una linda chica. ¿Pero quién es ella, y por qué pregunta? ¿Será la hija del vecino, o será una hija de su madre que piensa sacar tajada de algo?

Ella no es nada estúpida, y además tiene lo suyo. Ella dice "¿vamos a casa?" y suena tan lindo, tan natural y tentador (y tan relacionado con las otras dos frases). Pero la primera tentación viene con Jara, encarnado por Oscar Martínez. Hay una escena en un café, entre Martínez y el protagonista Joaquín Furriel, digna de alquilar balcones. La historia surge de la novela homónima de Claudia Piñeyro, adaptada con buen sentido cinematográfico por Nicolás Gil Lavedra (también director) y Emiliano Torres. En el elenco, Soledad Villamil, Laura Novoa, Sara Sálamo, bonita canaria en ascenso, Zoe Hochbaum y Santiago Segura (también coproductor) jugando al empresario español con vocabulario argentino. Atención a la música de Nicolás Sorin. Y ojo con los vecinos.