Las aventuras de Nahuel

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Dignidad de los nadie

Títeres y animación nacionales.

Entre tanques estadounidenses de impactante tecnología, cada vez más hegemónicos en la cartelera, surgen -de tanto en tanto- producciones nacionales animadas cuya principal, humilde, casi única arma es el intento de filtrar la cultura autóctona... en el país donde debería predominar esa cultura. Arcos y flechas contra misiles sofisticados.

Las aventuras de Nahuel , hecha con títeres manejados con varillas y dibujos animados, mucho pulmón, mucha artesanía, tiene conventillos, murgas, hinchas de Racing, tango, calles rotas, pobreza, literatura, leyendas aborígenes: elementos cercanos en la realidad y lejanos en el cine infantil. Su historia -discreta, políticamente correcta- y su estética son dignas, pero austeras, deliberadamente rústicas, “mostradoras” de hilos.

Nahuel es un chico pobre e imaginativo, que perdió a su madre. En la calle, junto al gato Busca, emprende un viaje de búsqueda y fantasía que lo transportará a distintas geografías del país y culturas indígenas. En la ciudad, tendrá como enemigos a un policía de gesto tan adusto como el de su perro, perro servil y genuflexo con su amo y feroz con los desamparados: un clásico nacional e internacional. En esto sí hay globalización, coincidencia.