La traición

Crítica de Felipe Quiroga - CiNerd

¡EN LA CARA NO!

Escribir sobre LA TRAICIÓN (HAYWIRE) es como pelear contra alguien que no parece un luchador. Es como si al ring se subiera un tipo vestido con traje y zapatos caros. Lo primero que uno siente es incertidumbre. Es que se trata de una película demasiado cool para la premisa de una mercenaria que busca venganza a base de piñas, tiros y patadas. El director Steven Soderbergh logra un film atractivo desde lo visual, y la mezcla entre elegancia y brutalidad clase B no deja de ser interesante, pero no convence. El principal inconveniente está en un argumento insustancial y con pocos atractivos: se trata de una producción más preocupada por la forma que por el contenido. Para decirlo en otras palabras, el hecho de que una pelicula este filmada con mucha personalidad no alcanza. Hay, además, un elenco con varios nombres importantes, la mayoría desperdiciados. Anoten: Ewan McGregor, Antonio Banderas, Michael Douglas, Michael Fassbender, Bill Paxton. Pasa que la protagonista exclusiva es ella, Gina Carano, la luchadora de Artes Marciales Mixtas, en su debut cinematográfico. La atleta se defiende y reparte golpes de lo lindo. El problema es que todo se ve demasiado limpio, demasiado elegante, demasiado fifí: las peleas son violentas y realistas, pero se notan coreografiadas, preparadas, maquilladas, encorsetadas. No fluyen.
Carano interpreta a Mallory Kane, una especie de mercenaria rápida y furiosa que es sub-contratada por gobiernos para realizar operaciones encubiertas de esas bien difíciles y/o sucias. Es buena en lo que hace. Muy buena. Pero así y todo, le tienden una trampa: luego de sobrevivir a un intento de asesinato, Mallory se pondrá a buscar uno por uno a quienes la traicionaron. El argumento se va armando, pieza por pieza, a partir de flashbacks. Es la misma protagonista quien cuenta su historia a un joven que tomó de rehén: un recurso medio nabo, la verdad. Después, el relato confluye con el presente y avanza hasta un pobre desenlace.
Merecen ser destacadas la edición y la genial banda sonora compuesta por David Holmes, un habitual colaborador de Soderbergh. La música del film (que recuerda a la de LA GRAN ESTAFA) es muy cool, pero no pega con lo que vemos en la pantalla. Del mismo modo, el director no logra conjugar satisfactoriamente su estilo canchero con el guión (que, de por sí, es bastante pobre). Es que las piñas no se llevan bien con la elegancia: la película pedía a gritos sangre y sudor y le dieron perfume (de los caros). No me malinterpreten: Carano se la banca y hubiera aguantado más. No es culpa de ella. Acá hubo un director que se jugó y no le salió tan bien. Así, lo que queda es un producto que se ve lindo (está bien filmado y hay algunas “caras bonitas” de Hollywood), pero que no tiene mucho para ofrecer. El tipo de traje y zapatos caros que se subió al ring al comienzo de este texto no tiene idea de pelear (obviamente). En el piso, cubriéndose el rostro, lo único que puede hacer es suplicar: “¡En la cara no, en la cara no!”. Que pase el que sigue.