La tercera orilla

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Mandatos y herencias familiares

Finalmente se estrenó en Argentina la nueva película de Celina Murga (Ana y los otros, Un fin de semana solos), con producción del mismísimo Martín Scorsese y la actuación del prestigioso director de teatro Daniel Veronese.

Como los grandes films modernos, aquellos de Cassavetes y Rohmer entre otros cineastas, cuando comienza La tercera orilla se transmite la sensación de que la historia ya tuvo un recorrido importante, desafiando al espectador a pura sutileza para completar la información.
Cuando termina la hora y media de la excelente película de Celina Murga (Ana y los otros, Un fin de semana solos, Escuela Normal), la sensación es que podría continuar hasta el infinito. Es que La tercera orilla trabaja sobre el presente continuo de unos personajes y sus situaciones límite que no necesitan de explicaciones inútiles. Por eso es cine moderno, aquel que le propone al espectador las herramientas narrativas a través de silencios y sutiles cambios de tono, en este caso, para comprender la vida de Nicolás (gran trabajo de Alían Devetac) y su paso de la adolescencia a la adultez y al compromiso futuro instituido por su padre (notable composición de Daniel Veronese), un rey familiar de dos clanes que gobierna en Concepción del Uruguay, Entre Ríos.
Los momentos previos a la decisión del padre para el hijo elegido, aunque parezca paradójica la definición, se resuelven a través de una contundente sutileza. La cámara de Murga sigue los pasos de Nicolás y sus hermanos de un solo padre, también la tristeza silenciosa de su madre. El padre del reinado, por su parte, no está mostrado como un sujeto autoritario y de cinturón en mano; todo lo contrario, las palabras exactas y el tono justo van construyendo a un personaje incómodo de ver, pero al que resulta imposible criticarlo por sus decisiones.
Nicolás tiene en su hermana, a punto de cumplir 15 años, a la única compinche de la situación. Sin recurrir a subrayados, los cruces de miradas entre ambos plantean un cuadro familiar del que parecería imposible evadirse. El destino de Nicolás, asignado por la figura del padre, se dirigiría a la herencia laboral como médico y al cuidado del campo, lugar adonde no se le ve muy cómodo. Es que Nicolás teme (y respeta) a su padre, se esconde de él, habla poco con su Rey progenitor, quien hasta resuelve cuando su vástago-cría debe descubrir su cuerpo y su sexo con las mujeres de un prostíbulo del pueblo.
La fiesta de 15 se acerca y es necesario el ensayo previo. "Rezo por vos" es la canción elegida –único leitmotiv musical del film– entonada por los hermanos en un particular karaoke desde el desgarro interior, con Nicolás moviendo su cuerpo con libertad por primera vez. Rezo por vos, justamente, oratoria que parece concebida para el pater familias, el que gobierna un rebaño al que solo una oveja podría torcer el destino.