La suerte en tus manos

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

La música del azar

Daniel Burman viene trazando su trayecto dentro del cine nacional, con un estilo propio.
Aunque los resultados no siempre sean sobresalientes, hay una temática y un interés por ciertos temas que el director revisita en cada una de sus películas y que el público celebra como marcas de un auténtico Burman así como otros cineastas consagrados como Trapero o Caetano tienen las suyas propias.

En el caso de su última película "La suerte en tus manos", volvemos a encontrarnos al barrio de Once como escenario excluyente de muchas de sus escenas (al igual que como sucedía en "El abrazo partido" y el típico emprendimiento familiar que ha quedado como legado), diferentes tópicos de la cultura judía -y hasta una deliciosa banda guiada por un rabino, teloneros en un show que se llaman "Los rabinos de la nada"-, los lazos familiares y más particularmente los lazos filiales, cómo encarar la paternidad en tiempos modernos (tema que comparte con "Derecho de Familia" quizás una comedia mucho más lograda) y haciendo foco también en el tema de la pareja en las diferentes generaciones (tema en común con "El nido vacío" y su conflicto generacional).

Burman ya nos tiene acostumbrados a que habrá que ir enhebrando pequeños detalles que se van deslizando, pequeñas marcas por donde nos sugiere que abordemos la historia a través de los cuales nos cuenta lo que les va pasando a sus personajes (un novio de la mamá que abraza a los chicos "ajenos", promesas incumplidas por un pececito que falta en la pecera, un persona que extraña a su pareja fallecida de la que hace añares que se encuentra separada, una conversación de amigas en donde se ríen de la falta de sensualidad en la pareja, los chicos que dicen "pero pa, hoy no nos tocaba con vos" en alusión a la naturalidad con que los hijos toman la separación de sus padres y la adaptación a los tiempos que corren ... y así tantos otros).

En el caso de esta historia en particular, el protagonista es Uriel -el cantante y compositor Jorge Drexler en una actuación que realmente sorprende por su corrección e incluso porque el cantante le puede sacar el jugo en más de una oportunidad- un separado con dos hijos, en plena crisis de los cuarenta, mentiroso (compulsivo?), amante de los "telos" y con algunas otras obsesiones. Juega Poker -mucho-, atiende la financiera que es el negocio de la familia y le preocupa, en cierto modo, el arrollador éxito que tiene con las mujeres a partir de su separación.
Así arranca la narración de "La suerte en tus manos", cuando justamente Uriel visita a su médico de confianza (simpatiquísimo Luis Brandoni en un papel pequeño pero al que le saca el mayor provecho) planteándole la necesidad de hacerse una vasectomía para no poner en juego su parternidad una vez más.

Todo es nada, finalmente, y por más que haya muchas mujeres a su alrededor, el espíritu de Uriel no pareciera necesitar cualquier mujer, sino UNA mujer, más precisamente Gloria, a quien había conocido hace tiempo atrás y de la que se separó sin que mediara de parte de ella ninguna explicación.
Ella (Valeria Bertuccelli) por esas vueltas del destino -y del guión, por supuesto- reaparece en la vida de Uriel para poder dar una nueva oportunidad a formar una pareja, a establecer un vínculo ya más maduro y encarar las cosas desde otro lugar.
Para ella es un momento particular, porque esta recién llegada de Europa debido a asuntos que viene a arreglar en Buenos Aires a raíz de la muerte de su padre. Por lo tanto, no solamente tendrá que reacomodar a Uriel dentro de su historia sino que también tendrá que revisar sus vinculos familiares -lazos a los que el director parece sucumbir en todo momento- y lidiar con una madre completamente ególatra que dificilmente puede mirarla, personaje a cargo de Norma Aleandro.

El planteo inicial tiene mucha fuerza y los guionistas parecen saber exactamente de lo que están hablando a la hora de retratar a un cuarentón dispuesto a "barajar y dar de nuevo". Pero a lo largo del desarrollo el dúo Burman-Dubcovsky no logre dar con el impacto inicial y comienza a desplegarse una segunda parte donde a raíz de una de sus mentiras, Uriel necesita contactar a alguno de los integrantes de la trova rosarina, en su recital-regreso en Buenos Aires donde pierde la potencia y la efectividad del retrato de la primer mitad del filme.
Si bien todo lo relacionado con este recital y su mentira de "manager" del grupo es la parte más floja del film porque diluye ese planteo inicial en donde se ponía acento en la búsqueda del amor y la necesidad de darse la oportunidad de construir una nueva pareja (donde justamente Burman tiene un bisturí detallista que se evidencia en las lineas de diálogo y en los comportamientos de sus personajes), gana para algunos de nosotros en el recuerdo de poder volver a escuchar alguna de las grandes canciones de nuestra adolescencia, plena de un sabor nostalgiosamente ochentoso -"El témpano" "Canción del Pinar" "Se esfuerza la máquina" entre otras y disfrutar de Baglietto / Garré / Goldin / Abonizio-.

Drexler realmente sorprende positivamente soportando el peso de un protagónico a sus espaldas.
Valeria Bertucelli vuelve a demostrar su timing y su talento para la comedia, la frescura y la espontaneidad con la que suele jugar sus diálogos, pero lamentablemente no aparece nada nuevo en el personaje de Gloria que ya no nos haya mostrado en sus trabajos anteriores -y eso realmente es algo que resta autenticidad porque todo el tiempo parece un personaje ya visto en alguno de sus otros films-.
La pareja se muestra solvente en sus trabajos en forma individual pero no logra transmitir la fuerza del encuentro que el guión plantea.
Hay algo que no aparece cuando ambos intentan complementarse en pantalla. Pareciera que falta un poco más de química, un poco más de sintonía aunque sin embargo es creíble la pareja que forman -aún cuando hay momentos en que se muestra algo "forzada".

Sin duda que más allá de la pareja protagónica, los roles secundarios condimentan las situaciones y hacen la diferencia.
Tanto Norma Aleandro como Luis Brandoni conocen de sobra su oficio y sacan partido de cada una de las escenas que les tocan en suerte. Eugenia Guerty como una de las amigas de Gloria nuevamente muestra su chispa para la comedia y Gabriel Schultz y Salo Pasik completan un elenco secundario sin fisuras y con excelentes momentos.

Con algo más para contar que su opus anterior "Dos hermanos" en donde lo dicho no tenía un lugar tan preponderante, sino que se nutría más de los climas que se iban generando entre los personajes que eran casi excluyentes en la trama (dupla Borges-Gasalla) en este caso, en "La suerte en tus manos", Burman retoma vuelve a poner el énfasis en los diálogos.
Esos diálogos que siguen imbuidos del espíritu de un Woody Allen vernáculo, volver a los guiños sobre el judaismo y la religión, ganar con el ritmo de sitcom y la frescura de la pintura costumbrista para hacer de sus personajes, seres queribles y creibles.

Quizás se vuelque hacia un final demasiado desacompasado con el tramo inicial donde presentaba un cierto tono melancólico y un dejo más amargo que la hacía más interesante. Opta por darle a los personajes una solución más simple y facilista durante el último tramo que no tiene el nivel con el que se venía desarrollando la historia pero logra de todos modos una comedia (romántica?) que sobresale del promedio por una muy buena factura técnica y por una historia dinámica que cumple con el sano objetivo de entretener sin abandonar una mirada inteligente y experimentada.