La señora Harris va a París

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Es un cuento de hadas para adultos, una cenicienta ubicada en los años 50 que sueña no con un príncipe pero si con un vestido de alta costura, hecho por la casa Dior en Paris. Bastante ya tiene la protagonista, viuda de guerra, optimista y bondadosa por naturaleza con sus empleadoras cuyas casas limpia, siempre olvidadizas al momento de pagar. El director Anthony Fabián es también el co-guionista de la novela de Paul Gallico, junto a Carole Cartwright, Olivia Hetreed y Keith Thompson, de esta historia en apariencia ingenua que resulta encantadora. La protagonista no tiene mezquindad ni revancha, es una humilde obrera que se atreve, juntando peso sobre peso, a traspasar las puertas de un mundo lujoso que en principio la desprecia por su origen. Pero además es una mujer “invisible” como la catalogan, que reclama su derecho a ser vista y admirada. Con “magia” y vueltas de tuerca ella no solo viaja a Dior, entra del brazo de un marques, elige su vestido y consigue alojamiento en la casa de un empleado. Así se hace querer por todos en la mansión, organiza una huelga, moderniza el lugar y arma una pareja. No contenta con eso tendrá un último gesto de bondad que será recompensado con creces. La maravillosa Lesley Manville sostiene toda la gracia del relato ingenuo y su contrapunto es otra actriz enorme Isabelle Huppert. Con un vestuario maravilloso donde colaboró la firma francesa, buena dirección de arte y un elenco perfecto, todo se redondea y se acepta con mucho agrado.