La novia

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Te presento a mi familia
La película de terror rusa comienza bien, pero desbarranca rápido, con mucha fantasía y poco sostén dramático.

Si a los indios no les gusta que los fotografíen porque creen que les roban el alma, en esta película de terror rusa se da un giro en el tema. A los cadáveres se les sacan fotos para de alguna manera, revivirlos.

Se ha dicho hasta el hartazgo que cuesta encontrar nuevos abordajes en este género. Que se repiten esquemas, y que en Hollywood se la pasan oteando el horizonte, a ver si por otros lares aparece alguien con una mirada original, o al menos que brinde una visión distinta a la anquilosada -pero todavía rendidora-.

No es el caso de Svyatoslav Podgayevskly, quien ya tiene este mismo año otras dos películas en estado de postproducción, un thriller y otro filme de ciencia ficción.

La película comienza bien, en el siglo XIX, con un hombre apesadumbrado por la muerte de su esposa. Le saca fotos, pero ella, a quien coloca sentada, no puede por motivos obvios sostener la cabeza.

El espectador será el que luego no pueda sostenerse sin cabecear, ya que el aburrimiento se apoderará de él, cuando las acciones salten a nuestro siglo, y cierto descendiente de aquella familia lleve a su antigua casona a su prometida. Son jóvenes, ágiles y fuertes -eso siempre viene bien en estas películas-, y ella no podrá creer la cosas que la obligarán a hacer para mantener a cierta abuelita en estado… Digamos, vital.

Lo dicho: empieza bien y luego desbarranca con mucha fantasía. Que no estaría mal, si se hubiera sostenido en una trama mínimamente bien estructurada. A cabecear, nomás.