La noche del demonio

Crítica de Rodrigo Seijas - CineramaPlus+

Lo clásico sigue siendo la mejor opción

Valioso regreso al clasisismo.

Nos veníamos preguntando últimamente cuál era el camino para una renovación del género de terror. Y parece que el camino para esa revitalización pasa no tanto por la invención de algo completamente nuevo u original, sino por una vuelta a las fuentes. O sea, un retorno al clasicismo, como se da en La noche del demonio.

Raro que este filme provenga de los creadores de la saga de El juego del miedo, uno de los máximos ejemplos del cinismo posmoderno que permite el disfrute irreflexivo de la tortura y el derramamiento de sangre. Pero hay que tener en cuenta que James Wan y Leigh Whannell concibieron Dead silence, una película que ya buscaba apartarse de la violencia gratuita para apuntar hacia un trabajo de los climas, los personajes y la narración. Su final era bastante atropellado, pero aún así era una cinta interesante.

Con Insidious, toman como premisa una historia ya transitada, que remite bastante a décadas emblemáticas del cine de terror, como los setenta y ochenta, contando la historia de una familia que se enfrenta con lo que primero creen que es una casa embrujada, pero que resulta ser la posesión demoníaca de uno de los hijos.

En cierto modo, su estructura narrativa es muy similar a la de El exorcista –quizás EL filme de posesión-, con los primeros dos tercios dedicados a una progresiva construcción de personajes, y una escala de sucesos cada uno más inquietante, con ruidos extraños, apariciones, pesadillas y una atmósfera cada vez más opresiva. Cuando llega el clímax, ya el espectador está preparado, e incluso la película se encarga de introducir una pareja de técnicos analistas de fenómenos paranormales que funcionan como comic relief y descomprimen la situación. Aquí se apela a la dosis de autoconciencia apropiada, sin quitarle trascendencia al relato, pero exhibiendo una ajustada noción de que lo se está contando ya se contó, pero en otra época.

En la parte final, La noche del demonio busca explicitar ciertas nociones horrorosas vinculadas a la narración lovecraftiana, las figuras demoníacas, las dimensiones paralelas y las entidades espirituales malignas. Aquí se vuelve despareja, porque por momentos cierto artificio explícito la favorece, pero en otros carece de dinamismo.

Pero a pesar de esto último, con su narración pausada y concisa, sus personajes construidos con breves pero precisas pinceladas, sus sólidas actuaciones y una puesta en escena que recurre apropiadamente al plano secuencia para delinear los espacios, La noche del demonio se impone como uno de los mejores exponentes del cine de horror en los últimos tiempos. No es una maravilla ni mucho menos, pero su inteligencia y simplicidad brinda esperanzas con respecto al futuro del género.