La noche del demonio

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Lo tibieza no aterra

Un filme de estilo ochentista, que promete y no progresa.

Desde un primer momento, La noche del demonio remite -por su estética y por su tratamiento- a cierto cine de los ‘80, a aquellos filmes en VHS alquilados en videoclubes, a viejas tramas construidas bajo la influencia de películas como Poltergeist . Este hecho, por supuesto, no implica un demérito. Y menos en épocas de pornosadismo . Recordemos que James Wan, realizador de La noche..., a la que se podría considerar una noble historia de fantasmas, dirigió la primera entrega de El juego del miedo , saga devenida en mero muestrario de torturas.

Los elementos de La noche..., aunque muy transitados, son más respetables, en especial por lo que evitan ser. Aquí no hay, por caso, gore populista ni gastadísimos asesinatos en serie. Y sin embargo, esta virtud por ausencia es insuficiente. Porque la película no termina de generar interés. Su estructura narrativa es débil, carente de progresión dramática, como si el realizador se hubiera preocupado por incluir escenas inquietantes (no siempre lo logra) y no por hilvanarlas en una historia atractiva.

Por eso suenan forzadas las explicaciones que dan algunos personajes, y que sólo procuran que la trama avance y gane cohesión y coherencia. En síntesis: el ineficiente truco de que un ser ficcional “cuente” lo que la película (el director) no sabe/no puede/no quiere narrar en términos cinematográficos. Esto, obviamente, resta tensión y agrega artificio.

La noche...se centra en un matrimonio (interpretado por Rose Byrne y Patrick Wilson) que acaba de mudarse a una casa en la que ocurren hechos extraños. Cuando uno de los hijos se cae, se golpea y entra en algo así como un coma persistente, la pareja piensa en un embrujo inmobiliario. Pero el asunto pasará por otro lado (nada de enojos: ¡lo cuenta la publicidad del filme!). El intento de aportar humor con dos “cazafantasmas” y algún cura exorcista, así como la atmósfera “surrealista” final, son tibios, como toda la película.