La noche del demonio: la última llave

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

De regreso a casa

Contra todo pronóstico, La Noche del Demonio: La Última Llave (Insidious: The Last Key, 2018) en verdad mejora lo hecho por la francamente tediosa La Noche del Demonio 3 (Insidious: Chapter 3, 2015) y si bien continúa lejos de las dos primeras entregas de la franquicia, aquellas dirigidas por James Wan, podemos decir que funciona como un digno cierre de saga… o por lo menos eso es lo que parece (ya sabemos que cuando los productores de turno no encuentran una nueva mina de oro suelen echar mano a lo mismo de siempre, una y otra y otra vez). La película es bastante sosegada para los estándares contemporáneos y -por fin- está centrada casi de manera exclusiva en Elise Rainier, el personaje de la gran Lin Shaye, dos elementos que suman mucho a la propuesta porque permiten un interesante desarrollo narrativo que va de la mano de los clásicos sobresaltos.

En términos de la cronología general, el film es otra precuela que ahora se sitúa entre el tercer capítulo y el primero, lo que significa que transcurre entre aquella historia acerca de la constitución del equipo antiespectros protagónico, el compuesto por Specs (Leigh Whannell, hoy también nuevamente guionista), Tucker (Angus Sampson) y la psíquica Elise, y el sufrimiento de la familia Lambert, aquella con su hijo Dalton (Ty Simpkins) atrapado en el “más allá”. En esta oportunidad todo gira en torno al clan de la propia Rainier a partir de una estructura que va y viene entre la infancia de la mujer en 1953 y el presente: en el pasado ella, su hermano Christian (Pierce Pope) y su madre Audrey (Tessa Ferrer) padecen la violencia del padre Gerald (Josh Stewart), a lo que se suma una entidad que embauca a la joven Elise para que la libere y que termina matando a la pobre Audrey.

La excusa para que todo recomience una vez más en el presente es un llamado telefónico que recibe Elise por parte de Ted Garza (Kirk Acevedo), el nuevo morador de su antigua vivienda, quien le pide ayuda ante la recurrencia de incidentes extraños en el lugar. Así las cosas, la señora y sus dos compinches comenzarán una investigación que los llevará a descubrir la verdad. A diferencia de la película anterior, la cual en esencia traicionó en gran parte el espíritu paranormal de las precedentes en pos de un relato más cercano a las posesiones típicas del horror religioso, La Noche del Demonio: La Última Llave es una eficiente “clase B con presupuesto” que no ofrece nada particularmente nuevo, no obstante por lo menos recupera ese sustrato parapsicológico a lo Poltergeist (1982) pero llevándolo a un nivel más sentimental y apuntalándolo en un villano sutil obsesionado con los cerrojos.

Como decíamos anteriormente, la obra permite el lucimiento de Shaye aunque asimismo logra complementar esos demonios de antaño vía la reaparición de un Christian ya adulto (Bruce Davison) y con dos hijas, Melissa (Spencer Locke) e Imogen (Caitlin Gerard), quienes en el segmento final de la trama aportan lo suyo al misterio y la desesperación características de la saga. Un inexperto Whannell en materia de dirección -como quedó demostrado en el capítulo previo- le pasó la posta a Adam Robitel, el de la tan amena como olvidable La Posesión de Deborah Logan (The Taking of Deborah Logan, 2014), lo que se nota en un fluir sencillo pero con corazón y siempre atento a los detalles. A pesar de que algunas escenas se alargan más de lo debido, el trabajo cumple con las expectativas y entrega un buen desenlace que respeta la idiosincrasia tétrica y melosa de la franquicia…