La niña del sur salvaje

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Soy fuerte y resisto

Es una suerte de enunciado, de homenaje a la resistencia a los que no quieren abandonar lo que sienten que les pertenece, enfrenten un huracán, una inundación o designio divino.

Opera prima, rodada en digital con un estudiado tratamiento rústico, las acciones de esta hiper- independiente candidata al Oscar transcurren en el delta de Louisiana, en La Tina (o Bañadera) donde sus habitantes, que viven de forma bastante precaria, están como aislados del resto de la civilización. Allí, Hushpuppy (Quvenzhané Wallis, a sus 9 años la más joven candidata al Oscar como mejor actriz protagónica) vive en una casilla apenas separada de la de Wink, su padre enfermo. Su madre falleció, se viene una tormenta que probablemente los deje sumergidos y deban marcharse. Pero no. Papá es duro de roer.

Filme de climas -lo que no quiere decir que no pase nada en su trama-, la película se ve sucia, como el lugar que retrata. La trama tiene a la niña creando en su imaginación personajes, ya sean las bestias del título original, o a su madre muerta, a quien ve o adivina en una camiseta de básquet.

El debutante Benh Zeitlin confronta la ilusión y el realismo mágico de Hushpuppy con la materealidad poco y nada gratificante que la circunda. Pero no es La niña... un filme que deprima sino todo lo contrario. La poesía que emana de las imágenes, las ventanas que deja abiertas a la imaginación le dan una bocanada de aire fresquísimo al anquilosado y atrofiado cine estadounidense al que nos vamos acostumbrando.

El caos natural en el que avanza la historia -la tormenta llega, y los obligan a ser evacuados- está también ligado a las interpretaciones de los los actores no actores -el excelente Dwight Henry, el padre, es panadero; Wallis surgió de un casting entre 3.500 niñas-. La gente, el pueblo, los personajes son reales, y se sienten como tales.

Aunque cueste imaginarlo, el origen de La niña... es una obra de teatro, Juicy and Delicious. La emoción genuina que surge de cada aparición de Hushpuppy vuelve querible, apreciable al filme. Una joyita.