La niña del sur salvaje

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El género “Catástrofe” le ha servido al cine para expresarse de muchísimas maneras, justamente esta semana tenemos dos exponentes del mismo, "El vuelo" y nuestra película en cuestión. Se puede ser más o menos grandilocuente, mostrarse como film de acción o aventuras (al estilo que tanto le gusta a Rolland Emmerich) o recargar las tintas del drama (Lo Imposible) con más o menos golpes bajos.

"La niña del sur salvaje", en cambio, utiliza la catástrofe como puente, se eleva para hablar de algo más; de estilos de vida contrapuestos, y de las vicisitudes que los “desclasados” deberán vivir para mantenerse en su “postura”.

Nos ubicamos en una comunidad pequeña, La Bañera, pesquera, en Louisiana. Una comunidad en contacto permanente con la tierra y el agua, alejada de la gran civilización, y que da su propio sentido a los ataques que recibe de la naturaleza. La protagonista es Hushpuppy (sí, como la marca de zapatos y haciando referencia a los cachorros), una niña de seis años que no conoce otra cosa que su entorno. Ahí vive con su padre, Wink, y ambos parecen apoyarse mutuamente; Hushpuppy es la fuerza para sobreponerse a la pérdida que ambos sufrieron, y Wink es la enseñanza de la supervivencia, de valerse por uno mismo. Pero la tranquilidad no dura demasiado, y al mismo tiempo que Wink cae enfermo, una inmensa tormenta inunda toda La Bañera poniendo a toda la comunidad al riesgo de la desaparición. Hushpuppy, con toda la simpleza, inocencia, y simpatía de los seis años, pero con una fuerza increíble, no está dispuesta a rendirse, y va a ayudar a su padre y a los suyos para salir adelante.
El gobierno, la civilización, intentará prestar su ayuda a los lugareños, pero estos se niegan hasta donde pueden, no pertenecen al mismo mundo, y no quieren abandonar su lugar (que en el fondo sabem, pronto deberán abandonar). Es la exposición de dos modos diferentes, los Bayou saben que nada tienen que hacer junto a la gran ciudad, y por eso resisten su ayuda, quieren valerse por sí mismos. También hay un componente místico si se lo quiere llamar, Hushpuppy cree que la inundación desarrollada por el deshielo y la aparición de animales prehistóricos; y todos los pertenecientes a la comunidad mantienen la idea del mensaje de la naturaleza, una suerte de devolución por el trato recibido y un mensaje apocalíptico, para ellos puede ser el fin del mundo, y puede que sea el de su mundo.
En su ópera prima Benh Zeitlin crea una película que no por independiente del cine más comercial deja de ser impactante visualmente. La manera en que los paisejes son tomados, la “belleza” triste de la destrucción, y las tomas de ensoñación (Hushpuppies y su padre tienen sueños bastante vívidos y místicos) son asombrosas, y le otorgan mucha calidez al relato.
En un elenco destacado de “personas normales y creíbles”, la niña Quvenzhané Wallis interpreta una Hushpuppy impactante, definitivamente se carga la película al hombro y otro sería el resultado sin ella; no por nada es la candidata más joven al premio a Mejor Actriz en la historia de los Oscars; sentimos todo lo que ella pasa.
En una historia fuertemente dramática (aunque esperanzadora) como esta, es inevitable cieta acumulación de golpes bajos, momentos para el pañuelo, y ahí se resiente un poco; también al momento de remarcar ciertas enseñanzas; en las sutilezas es dónde mejor encuentra su punto.
Wink y la comunidad Bayou entregan constantes moralejas a Hushpuppy, y apuntan directo al espectador. Es de su estilo de vida simple, desinteresado, y conectado con los valores primarios lo que deberíamos aprender, la sensación al ver "La niña del sur salvaje" es que ojalá lo hagamos pronto antes de que sea tarde.