La muestra

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Una rareza simpática y atendible

La muestra, documental ficcionado sobre el conocido escultor Antonio Pujía

A partir de un hecho de la realidad -una muestra que su padre, el reconocido escultor Antonio Pujia, realizó hace un par de temporadas en el museo Sívori, luego de ocho años de ausencia-, el director Lino Pujia construyó una película de ficción (o un documental ficcionalizado) que es tanto una home-movie como una sátira sobre el estado de las cosas en el negocio del arte.

La película comienza mostrando a Pujia -de casi 80 años- como un artista reverenciado, pero ya casi retirado de la actividad pública. Ante las crecientes dificultades para montar exposiciones, el escultor trabaja -entre la desazón y el malhumor- prácticamente recluido en su estudio. Su esposa Susana, sus hijos Lino y Sandro, y hasta sus nietos intentan montar una muestra para ayudarlo, pero van fracasando en casi todos los rubros (la negociación por los porcentajes leoninos que exigen los galeristas, el catálogo, la prensa, la publicidad, etc.).

El film parece "dialogar" por momentos con El artista , la sátira sobre el esnobismo del arte moderno que pergeñaron Mariano Cohn y Gastón Duplat, aunque en otros pasajes se transforma en un retrato de familia y en una mirada desoladora sobre cómo los grandes artistas -aquellos bohemios de café que se formaron con determinados códigos- deben lidiar con una realidad (una modernidad) que no les gusta y que, además, tampoco entienden demasiado.

Si la película falla en algunas situaciones un poco forzadas (está claro que ninguno de los integrantes de la familia Pujia es actor profesional), lo compensa con una honestidad brutal y una audacia que le permite al director mostrar (y mostrarse) en sus facetas confesionales, en sus rasgos solidarios, pero también con todas sus miserias a cuestas.

La muestra es, en algún sentido, como unos de esos reality-shows televisivos sobre las desventuras de una familia. Aquí, Lino Pujia -que fue asistente de dirección y de escenografía de grandes maestros como Liliana Cavani, Jerome Savary, Werner Herzog, Dante Ferretti y Harold Prince- le suma al relato una banda sonora con óperas que no hace otra cosa que amplificar el espíritu épico y satírico de un film que no será del todo redondo, pero que resulta una rareza simpática y muy atendible.