La masacre de Texas

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

“La masacre de Texas”, de Alexandre Bustillo, Julien Maury
Por Ricardo Ottone

El 2017 fue un año trágico para el cine de terror. No por las películas sino porque perdimos a dos próceres del género. Con un mes de diferencia se fueron George Romero y Tobe Hooper, dos autores cuya influencia se mide en la creación de subgéneros completos y en ejércitos de imitadores. Si Romero con La Noche de los muertos vivos (1968) fue el creador del moderno zombie como muerto vivo, Hooper con The Texas Chainsaw Massacre (1974) fue fundamental en el establecimiento del Slasher y el surgimiento de incontables asesinos enmascarados. Su huella se reconoce y es también reconocida por realizadores como Rob Zombie (La casa de los 1000 cuerpos y Los renegados del diablo) o Alexandre Aja (Alta tensión).

Hooper no tuvo tanta suerte como Romero. Este último mantuvo la silla de director en todas las secuelas de su creación manteniendo un estándar de calidad bastante alto, e incluso las remakes dirigidas por otros son relevantes. Por el contrario, bajo el nombre de la Masacre de Texas se perpetraron atentados innombrables. Es cierto que Hooper ofició en estos casos de productor ejecutivo así que algo de responsabilidad le cabe, pero hay que reconocerle que la primera secuela, la única en la que se hizo cargo de la dirección y que aquí se llamó Masacre en el Infierno (1986), es una muy digna y entretenida. Las que entregó a otros e intercambiables directores en este milenio son un despropósito tras otro, como si los hijos bobos de la entrañable familia caníbal se hubieran hecho cargo del negocio con toda su brutalidad e ineptitud. El origen de Leatherface pertenece a esta serie, pero por lo menos puede decirse que no es un desastre como sus recientes antecedentes. Es cierto que la barra estaba bien baja y que tampoco escapa a cierta medianía, pero asomarse un poco del pozo ya es un avance y el film se deja ver sin plantearse muchas pretensiones. Sus realizadores, Alexandre Bustillo y Julien Maury, debutaron en la dirección con À l’intérieur (2007) formando parte junto al mencionado Alexandre Aja o a Pascal Laugier de la Nueva Ola de Terror Francés, llamado también Nuevo Extremismo, en el cual el maestro Hooper y su obra fundacional tuvieron una influencia notoria.

Esta entrega es una precuela que cuenta como el personaje más popular de la serie, el gigantón Leatherface, se convierte en el que finalmente será y en cómo pasa de jovencito de buen corazón a asesino con gustos raros tales como confeccionarse máscaras de piel humana. Es a la vez una remake porque ya existe una precuela dentro de la serie (La Masacre de Texas, El Inicio de 2006), la cual se ignora y hasta se hace de cuenta que no existió (lo cual no es una mala decisión). Y hasta se podría decir que también forma parte de un reboot ya que aparecen personajes dentro de la familia que nunca estuvieron planteados en el primer film, sobre todo la matriarca encarnada por Lili Taylor, como una suerte de Ma Barker en plan carnicero. Personaje que si había aparecido interpretado por otra actriz en Texas Chainsaw 3D (2013).

Los personajes en general son grotescos, brutos y mugrientos pero eso ya era algo que estaba en el origen de la serie. Lo que sí es evidente, al igual que en el resto de las entregas no dirigidas por Hooper, es la falta de sentido del humor que en la original era fundamental. No es tampoco que estemos reclamando ese humor descerebrado que es habitual en las películas protagonizadas por adolescentes calentones y subnormales, porque el humor de Hooper tampoco era ese. Se trataba de un humor negro y nihilista, una visión despiadada y desesperanzada de una humanidad decadente, con una visión crítica que no es tan habitual.

El segundo acto del film es el que mejor funciona, curiosamente el más alejado del planteo inicial. Se trata de la fuga del reformatorio del joven Leatherface (por entonces a cara descubierta y con nombre civil) junto a otros inadaptados. Contado en tono de road movie y matanza itinerante, los muestra huyendo de la ley en busca de cruzar la frontera dejando una estela de sangre a su paso mientras son perseguidos por un comisario tan sacado como ellos. El segmento final, el que debe hacer encajar las piezas como mandan las normas de la precuela, es tan obligatorio y apresurado como esperable, con la función de cumplir con los fans de la serie y con la premisa de la historia de origen que hasta entonces venía un poco olvidada.

El origen de Leatherface es el último film de la serie/franquicia que se produjo con Hooper en vida. Pero es dudoso que sea realmente el último. No tenemos ninguna ilusión en que sus sucesores, que probablemente sigan el ejemplo de los hijos de la familia, lo dejen descansar en paz.

LA MASACRE DE TEXAS
Leatherface. Estados Unidos. 2017.
Dirección: Alexandre Bustillo, Julien Maury. Intérpretes: Sam Strike, Sam Coleman, Vanessa Grasse, James Bloor, Jessica Madsen, Lili Taylor, Stephen Dorff, Finn Jones, Christopher Adamson. Guión: Seth M. Sherwood. Fotografía: Antoine Sanier. Música: John Frizzell. Edición: Sébastien de Sainte Croix, Josh Ethier. Dirección de Arte: Alexei Karaghiaur, Iñigo Navarro. Producción: Producción: Christa Campbell, Lati Grobman, Carl Mazzocone, Les Weldon. Diseño de Producción: Alain Bainee. Distribuye: SBP Worldwide. Duración: 84 minutos