La máquina que hace estrellas

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

La estrella que ilumina pero no brilla

Enmarcada en un universo imaginario con personajes profundamente humanos y dirigida principalmente al público infantil, La maquina que hace estrellas se sustenta en la originalidad de la historia y su propuesta estética, que combina un estilo Steampunk y el 3D.

Antes de continuar, considero apropiado destacar que el Steampunk es un movimiento estético muy amplio centrado especialmente en la 2ª mitad del siglo XIX, próximo a la 2ª Revolución Industrial, que se originó en ilustraciones y luego se extendió a otras formas de expresión, y que proponía una visión crítica activa a la sociedad que se encaminaba al consumismo y capitalismo integrando la tecnología electrónica e informática hasta el extremo de que las máquinas remplazarán la raza humana.

Con mucha imaginación y creatividad, tomando especialmente tecnología derivada del vapor (steam en inglés), aparatos, máquinas, autómatas, partes de maquinaria en desuso, y otros elementos aventureros (especialmente las gafas de aviador, o de soldador) del pasado, conformó una estética retro futurista que dio lugar a historias más bien utópicas, con un aire muy bohemio y una crítica social un poco mas optimista y romántica que su pariente el Ciberpunk.

Pero La maquina que hace estrellas, sólo toma de este movimiento las naves espaciales rudimentarias, maquinas con enormes engranajes, robots, autómatas y elementos aventureros retro futuristas para el diseño de los personajes y los escenarios, adaptándolos a una historia original pero mucho mas sencilla y con carácter de fabula orientada a los mas pequeños.

Así es como Pilo, un niño fascinado con las historias que le cuenta su abuelo, un día experimentará una de ellas, debiendo asumir la responsabilidad de devolverle las estrellas a su universo. No faltara el compañero de aventuras, el villano a derrotar y una serie de situaciones peligrosas y emotivas que convertirán al niño en héroe.

Un film donde el contenido pesa más que el recurso técnico del 3D, que durante gran parte de la película sirve a los efectos de fondo y no aporta demasiado a la acción.
Con una historia original y un relato bien construido, que tal vez no tenga la acción y el dinamismo acostumbrado por estos tiempos para el publico mas pequeño, pero agiornado por una propuesta estética que llama la atención, entreteniendo y cautivando a aquellos niños de 8 a 9 años con espíritu aventurero.