La ley del mas fuerte

Crítica de Cristian A. Mangini - Fancinema

El salvaje interior

En primera instancia, sin lugar a dudas hay que mencionar el desconcertante título darwinista que tiene la película por nuestros pagos. Inexplicable cómo una metáfora bastante clara que se sobreentiende como el infierno donde viven los personajes puede pasar a “la ley del más fuerte” (¿?) pero, en todo caso, no deja de ser otro de esos toques “mágicos” que tiene la traducción comercial de los títulos para cine en nuestro país desde hace décadas. Mención aparte de estas cuestiones que a esta altura no tiene ningún sentido discutir, La ley del más fuerte es una película visualmente poderosa por momentos, mostrando que el director de Loco corazón tiene un ojo destacable para la puesta en escena pero, a diferencia del film protagonizado por Jeff Bridges, el resultado es mucho más irregular. Este es un caso donde en la sumatoria de las partes encontramos un resultado más positivo que al ver el todo.
El guión parece la respuesta inmediata para comprender lo que falla dentro de la película. Centrado en la relación fraternal que une a Russell y Rodney Baze (Christian Bale y Casey Affleck respectivamente) en un asentamiento perteneciente a la decadente región de Rust Belt, con una economía en declive que depende exclusivamente de una acería para sostenerse, la película irá desgastando la vida de estos personajes que parecen condenados a permanecer estancados como el pueblo que los rodea.
Este retrato social que debe mucho a la corriente enmarcada dentro de Nuevo Cine Norteamericano (y, obviamente, a El francotirador, de Michael Cimino), pero que en su registro no logra la misma fluidez (en parte porque los travelling laterales resultan deshumanizados para la perspectiva de los personajes) y apenas sorprende cuando ilustra las callejuelas del poblado con la omnisciente acería asomando en prácticamente todos los planos exteriores, se encuentra en tensión con otros elementos del film. En principio una figura antagónica que roza lo caricaturesco y que no logra salirse de un registro que está por fuera del tono reposado de la película (interpretado por Woody Harrelson). Siendo esta figura el disparador de algunos de los elementos dramáticos más intensos de la narración, se disuelve rápidamente el drama que subyace a nivel social con la figura del padre y la desesperada búsqueda de Rodney por destacarse tras haber hecho el servicio militar en Irak. En su lugar queda un relato de venganza con varios personajes disgregados cuyas subtramas nunca terminan de encarrilarse dentro del desarrollo de la película. Entonces resulta inevitable pensar en momentos: la charla de reencuentro de Lena (Zoe Saldana) con Russell en un puente, la discusión entre Russell y Rodney sobre las posibilidades de aceptar el trabajo en la acería o la persecución final en un edificio industrial son algunos de los momentos más memorables que logra el director con actuaciones que, además de intensas, manejan los tiempos de forma notable.
Sin embargo y más allá de sus destacables fragmentos, La ley del más fuerte no sale de la medianía debido a que se trata de un relato desgastado por subtramas que restan notablemente la interacción central de los hermanos. La ley del más fuerte se transforma entonces en una película anecdótica que nos lleva a unos Estados Unidos violentos a través de planos que no encuentran en su belleza una correspondencia con el guión.