La gran aventura Lego

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Ningún mundo supuestamente feliz

Los creadores del film de animación Lluvia de hamburguesas dirigieron ahora sus esfuerzos creativos a la realización de una película ambientada en el universo de los ladrillos y piezas desarticuladas para chicos.

El mundo Lego está en peligro debido al pegamento creado por el maléfico Sr. Negocios y, por esas razones del azar, el antihéroe será Emmet, un rutinario empleado feliz con su trabajo y por hacer lo mismo todos los días en ese universo perfecto. Pero claro, si se está ante un film de animación, tendiente a la acumulación antes que a la sustracción de personajes y situaciones, aparecerán otros legos que acompañen al falible y simpático obrero de la construcción: la impetuosa Estilo Salvaje, su secuaz compañera de aventuras, pero también Batman, Súperman, Gandalf, La Mujer Maravilla y varios más.
La Gran Aventura Lego fue concebida por el dúo Lord y Miller, los mismos de Lluvia de hamburguesas, y por lo tanto, los propósitos de este film de animación están plenamente contemplados: provocar el mejor recuerdo a los más grandes por esas piezas desarticuladas que surcaron la infancia, y además convencer a los pequeños que se puede construir una película de estas características con cierta actitud reflexiva.
Ojo, no es que se está ante una película donde el supuesto "mensaje" pega en la boca del estómago, al estilo de los peores ejemplos de la factoría Disney de inicios de la década del '90. Ocurre que La gran aventura Lego describe al comienzo a un "mundo feliz" donde sólo se ve un espacio televisivo como "Dónde están mis pantalones" y los personajes despiertan cantando "Todo es increíble". Un mundo gobernado por el Sr. Negocios y controlado por el Policía Malo, un secundario de peso en la historia. A ese mundo controlado se opondrán los buenos y los torpes, junto a los héroes ocasionales (acaso un exceso en número, de allí la acumulación que gusta tanto en el género), a través de un sinnúmero de batallas, donde la animación aplicada por Lord y Miller, otra vez, triunfa por vía del exceso.
Sí, la película es entretenida y hasta permite más de una lectura sobre la construcción y/o destrucción de un mundo particular. Pero, acaso la reconciliación final entre poderosos y combatientes resulta un tanto forzada, tal vez inútil o hasta plausible a otra lectura que excede a la película misma.
Si el espectador infantil y no tanto al que está dirigida la película, donde se encuentran más referencias de Pequeños soldados (1999) de Joe Dante que de la saga Toy Story, encontrará momentos de placer infinito con estos legos en movimiento, ningún espectador que concurra al cine merece que no se exhiban copias subtituladas. Aquellas voces originales de los legos, más la presencia cerca del final de Will Ferrell (insoportable como siempre, disculpas a los fanáticos), ameritaban un puñado de copias habladas en su idioma original. Si hasta parece una decisión proveniente del Sr. Negocios.