La gran aventura Lego

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

La Gran Aventura Lego es una muestra patente que, con mucha imaginación y talento, se puede superar no sólo la enorme cantidad de prejuicios contra un producto evidentemente marketinero, sino que incluso se puede crear algo fantásticamente entretenido y memorable. En el pasado hemos visto películas basadas en juguetes - no sólo la insípida Batalla Naval, sino toneladas de productos hechos directo a video, sea filmes sobre Hello Kitty, Barbie, Mi Pequeño Pony, incluso otros filme basados en Lego, amén de las adaptaciones de videojuegos y un largo y aburrido etcétera -, ninguna de las cuales ha terminado por resultar potable, original o mucho menos recomendable. El chiste aquí es que La Gran Aventura Lego no sólo es una de las mejores aventuras animadas no Pixar de los últimos tiempos, sino que también se ha dado maña para surgir de la nada y convertirse en un descomunal blockbuster, uno de esos filmes que son vistos por multitudes y cuyo mayor poder de captación suele ser la recomendación boca a boca.
Si usted vive en Plutón, seguramente desconocerá de qué se tratan los los juguetes Lego. Es un juego de construcción basado en ladrillos plásticos, los cuales aparecieron en 1949 de la mano del carpintero danés Ole Kirk Christiansen. El tipo pronto hizo un imperio billonario, creando gran cantidad de kits, generando toda una cultura de fans y constructores, obteniendo licencias de las principales franquicias cinematográficas, y desarrollando una enorme cantidad de productos derivados, sean dibujos animados, películas directa a video, videojuegos, filmes caseros hechos por fans (que usan los ladrillos para armar animaciones stop motion), e incluso competencias entre aficionados, parques de diversiones y la publicación de manuales de construcción basados en proyectos ganadores de diferentes concursos hechos a lo largo de todo el globo. Desde ya que Lego ya tenía antecedentes en el mundo de la animación - hay varios títulos (como Batman Lego, o versiones Lego de Star Wars, Indiana Jones, e incluso una aventura animada de Monty Python (!!)) -, pero éste es su primer proyecto de peso para la pantalla grande. Para ello reclutaron a la dupla de Phil Lord & Christopher Miller (Lluvia de Hamburguesas), los cuales terminaron engendrando algo tan disfrutable como memorable.

Aquí hablamos de un universo paralelo compuesto integramente por piezas Lego. Las personas son muñequitos Lego, viven en edificios de ladrillos Lego, viajan en vehículos hechos con Legos, e incluso el agua, el fuego y hasta el sol están hechos con Legos. Como si fuera Ralph el Demoledor, este universo está regido por una serie de reglas particulares, y dentro de las cuales los personajes tienen sus vidas propias. El protagonista es un ignoto obrero que levanta monumentales construcciones - siguiendo los pasos del manual - y las cuales son deshechas al final del día. Accidentalmente el tipo queda pegado a una pieza desconocida de plástico, algo que sirve para ponerlo en el centro de la escena como el Elegido, el protagonista de una profecía que está destinado a salvar todo el universo Lego de las garras del malvado Señor Negocios, el cual está obsesionado con el orden, el seguimiento de las instrucciones de armado a rajatabla y, lo que es peor, la fusión de las piezas mediante super pegamento para que no sean desarmadas al final del día. Conociendo de la existencia del protagonista, Negocios decide mandar tras sus pasos a su implacable secuaz Policía Malo, el cual tiene doble personalidad y a veces se deja llevar por su rostro de Policía Bueno, un blandengue ultrasimpático que tiende a perdonarle la vida a la gente. Para escapar de Policía Malo, Emmett se ve obligado a salir del mundo habitual donde vive, descubriendo la existencia de montones de universos paralelos - el lejano oeste, el mundo de los piratas, una versión sui generis de la Tierra Media, incluso el paisaje futurista donde vive el villano en una gigantesca torre que domina el lugar -, y descubriendo una trama secreta que altera el significado de que conoce. En semejante aventura es ayudado por una gran cantidad de personajes licenciados, que van desde Batman y otros superhéroes DC hasta figuras de la franquicia Star Wars, cuando no de Harry Potter o de El Señor de los Anillos.

Hay dos cosas que hacen enormemente disfrutable a La Gran Aventura Lego: la primera es que es tremendamente graciosa, y la segunda que es inteligente, con subtextos dirigidos a público de diferentes edades. Phil Lord & Christopher Miller se dan maña para inyectar una enorme cantidad de energía a la historia, sea bromeando sobre las leyes del universo Lego o - mejor aún - cuando se mete con las franquicias y se pone a parodiar superhéroes. Su Batman es un necio pedante obsesionado con el negro, y habla igualito que Christian Bale; después hay un Superman torpe, un Linterna Verde algo amanerado y charlatán, y una Mujer Maravilla que no recuerda donde ha estacionado su jet invisible. Morgan Freeman por su parte, da vida a otro de esos eternos ancianos mentores tipo Yoda, el cual vive agarrándose la cabeza al ver las burradas que hace el Elegido de la Profecía. Entre todos arman una troupe que desborda gracia - en especial Liam Neeson como Policía Malo, un oficial de la ley tremendamente sicópata y con doble personalidad -, los cuales generan un gag tras otro. Pero si la aventura es colorida e inspirada, lo mejor del filme es sin duda la parte de metaficción, la cual se traduce en una pequeña secuencia protagonizada por actores y cuyo desarrollo sirve para entender el verdadero significado de todo lo que ocurre. Es una fantástica pieza sobre el entendimiento y las relaciones entre padre e hijo, la cual consigue despertar emociones en un puñado de minutos. Quizás no sea Shakespeare pero es una vuelta de tuerca inteligente y tremendamente original, y sirve para darle una resolución altamente satisfactoria a toda la trama.

La Gran Aventura Lego es animación de alta calidad destinada a todos los públicos. Visualmente parece un producto para niños pero que el aspecto no los engañe; es un filme del estilo de Toy Story, aunque carece del alto vuelo dramático de la trilogía de Pixar. En todo caso es entrenimiento hecho de manera soberbia y adornado por un pequeño subtexto dramático notablemente efectivo, lo cual lo transforma en una filme inteligente y tremendamente recomendable.

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