La feliz: Continuidades de la violencia

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Visión del cine

Se estrena La Feliz: continuidades de la violencia, el nuevo documental de Valentín Javier Diment, que analiza el pasado de violencia fascista y militar en la ciudad balnearia, y su relación con los actos neonazis de los últimos años.
“Mar del Plata no es una ciudad feliz, no es un centro turístico ideal, Mar del Plata es violenta”. Así define un historiador marplatense a la ciudad que, verano tras verano, se convirtió en el principal destino turístico de los porteños.

Valentín Diment continúa las investigaciones de su documental previo, Parapolicial negro, apuntes para una prehistoria de la AAA y sigue las huellas de grupos parapoliciales avalados por los gobiernos militares y gran parte de la sociedad. Lo aterrador es cómo esa ideología tiene relación con actos de grupos neonazis que hasta hace poco existían en La Feliz, hasta que fueron condenados a la cárcel, salvo por su principal impulsor, Carlos Pampillón, que no solamente está libre sino que además no tiene problemas en admitir su ideología frente a la cámara de Diment.

La cronología de asesinatos en los años ’70 es narrada por muchos de los testigos, protagonistas y sobrevivientes de esa década atroz. Diment maneja dos líneas cronológicas paralelas para demostrar la continuidad de un concepto e ideología. Cómo la construcción de la agrupación CNU (Concentración Nacional Universitaria) ayudó para la inserción de la triple AAA en la ciudad, y cómo los grupos neonazis contemporáneos comparten sus principios contra grupos izquierdistas, miembros de la comunidad judía y LGTB.

Pero también el film construye la identidad contradictoria de una ciudad. Los testimonios chocan, se enfrentan y muestran a personajes conocidos de la política nacional que estuvieron de los dos lados. La ola de violencia de la CNU es descripta con detalle. El documental se basa principalmente en testimonios y vale destacar la fluidez y el ritmo del montaje. La narración es atrapante y aterradora a la vez.

Diment entiende cómo mantener la tensión, no sólo en sus ficciones, sino también en el documental. A lo largo de 85 minutos, reconstruye un universo y exhibe cómo detrás de la postal balnearia se oculta una historia de sangre y muerte. Este comportamiento no es aislado, y se debe buscar el origen en el cambio de integrantes sociales que hubo en la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XX.

La Feliz: continuidades de la violencia es un alegato necesario para conocer las causas y consecuencias históricas de los comportamientos cotidianos, y ver que el peligro no se disipó. Los villanos siguen libres, orgullosos de su pensamiento, y son avalados por una mitad de la sociedad que prefiere ignorar su existencia en vez de admitirlo. El miedo sigue latente.