La extraña vida de Timothy Green

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Cine evangelizador

Que el argot de la crítica haya constituido una acepción peyorativa acerca de los films de los productos del ratón (es una “película-Disney”) permite presuponer que el uso del cine como escuelita de vida y mero transporte de lecciones de civilidad for dummies ha sido una larga tradición. Sin embargo, algo parecía haber cambiado en los últimos años, seguramente producto del contacto directo con el flamante -ya no tanto- director del departamento animado, el hijo pródigo de la factoría Pixar, John Lasseter, con películas más nobles y sinceras. Hasta que llega La extraña vida de Timothy Green para mostrar que aquello fue un mero espejismo, que Disney todavía puede considerar la sala oscura como un aula.

La historia comienza con un matrimonio (Jennifer Garner y Joel Edgerton) ante una funcionaria encargada de aprobar o no la adopción de un menor. Según el formulario, el único justificativo para avalar el pedido es “Timothy”. Dirigido por Peter Hedges, el mismo de la muy buena indie Fragmentos de abril y de la menor Dan in Real Life, el film está planteado como la larga explicación sobre aquel fenómeno. Un par de meses antes, frente a la depresión por una primera negativa, la pareja escribe en una serie de papeles las características del hijo ideal. Papeles que luego entierran en el jardín y que al otro día devienen en un niño con hojas en las piernas (CJ Adams) que la dupla inmediatamente adoptará como propio.

El follaje (bah, seis o siete hojas) se irá cayendo a medida que avancen los minutos y las situaciones casi evangelizadoras de las que participe el protagonista. Así, le dejará cada una de ellas a las distintas ovejas nuevamente arriadas hacia el buen camino: la jefa de Garner, que pasa de la hosquedad a la bondad más sincera luego de que el niño la pinte; el abuelo paterno, quien a partir de ahora querrá a su hijo; el entrenador del equipo de fútbol, que gracias a Timothy se dará cuenta lo malo que era con los pataduras, etcétera. Película bienpensante, doctrinaria, alegórica, redundante, de trazos gruesos y machacona, La extraña vida de Timothy Green es una de Disney, pero como las de antes.