La desaparición

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

El nuevo cine rumano es visceral. Ya lo sabemos y es bueno estar preparados para sus recorridos. Hoy llega a salas locales la poderosa "Pororoca" (La desaparición), seguramente el film más crudo y duro del año dentro del género dramático. Un viaje emocional áspero, incómodo y largamente logrado, en el que exploraremos la condición humana en una situación extrema: el secuestro de una hija, nada menos.
Amplificado con la culpa que invade al padre, progenitor que estaba a su cuidado y que por esas cosas del destino, no estuvo todo lo atento que el cuidado de estos pequeños tesoros requieren...
Constantin Popescu, cineasta de gran proyección en su tierra y con amplio recorrido festivalero ya, nos presenta un ficción entonces, que es el escenario de todo lo que un padre no quiere vivir con sus hijos: una pérdida sumada a la incertidumbre de no saber cómo sucedieron los hechos. Es inquietante saber que hay alguien que se encuentra ahí, entre la multitud, que tiene intenciones oscuras con los niños y tiene todas las luces para aprovechar un descuido, con intenciones de hacer daño.
Esa cuestión inexplicable para quienes naturalmente, protegemos la niñez. Pero sabemos que existen sujetos así, listos para actuar. Y sus intenciones, son perturbadoras de sólo pensarlas. Popescu juega con las representaciones que tenemos dentro, y recrea un escenario, de los tantos que pueden darse frente al secuestro / rapto / desaparición de un hijo.
¿A quienes recurrimos? ¿Cuánta energía y dedicación tiene la policía y los fiscales para traccionar el caso?¿Qué sucede en el interior de la familia que asume la pérdida de un niño en el seno de su hogar?¿Cuál es el peso de la culpa, una vez que se desplega aplastando la sanidad de quien no estuvo atento a la hora de cuidar al pequeño?
Todos estos interrogantes se ponen en juego en "La desaparición". Y les puedo garantizar que el vía crucis del rol de Tudor (Bogdan Dumitrache, ganador en San Sebastián 2017 por este papel) como el de Cristina (Iulia Lumânare) son carne viva para el espectador. La historia es directa, un papá que un domingo cualquiera saca a sus dos hijos a la plaza.
Pero en un descuido casual (¿quién no abre el celular en esa circunstancia en algún momento?), la pequeña María desaparece. Lo que sigue es lo previsible: la denuncia policial, los reproches de su pareja, la estremecedora sensación de no saber qué le pasó a la niña... Y el derrumbe de Tudor, al ver que los días se suceden, y ninguna búsqueda da resultado.
Cristina y Tudor entran en una formidable crisis de dolor, que se intercala con el pseudo proceso de investigación que el papá encara para resolver el posible secuestro. La policía, con sus limitadas estrategias de intervención, no encuentra un fácil camino para el abordaje.
Y Tudor se derrumba. Y en ese derrumbe, empujará a todo su mundo con él en busca de respuestas. Popescu dirige con una envidiable capacidad. Extrae el peor infierno de sus personajes a tal punto que el dolor físico que Tudor experimenta en el tramo final, atraviesa la pantalla y te conmueve incluso corporalmente. Imposible no conectar con esa sensación.
Podemos decir que sí, elige narrar su historia con planos lentos y extender a más de dos horas el viaje, en una discusión quizás opinable. En el afán de construir tragedia, quizás el director exige los tiempos emocionales y aplica una estrategia que consume demasiados minutos en secuencias que podrían haberse definido de otra forma.
Pero se entiende que su intención es poner en relieve el proceso interno que vive Tudor, en este camino de destrucción que experimenta con el correr de los días.
"La desaparición" es una propuesta inquietante, actoralmente impecable, que se construye sobre un hecho delictivo, pero que despliega una frondosa (y extensa) ramificación hacia la angustia y la desesperación que provoca en cuaqluier padre, el secuestro de un hijo. Sin dudas, una pequeña y dolorosa gema en la cartelera porteña.