La corporación

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Una vida a medida

Una fábula ¿futurista? inquietante es la que narra La corporación, sólida hora y media de cine que expresa una particular mirada sobre el mundo. La historia es la de Felipe Mentor (Osmar Nuñez), empresario de éxito y con una seductora mujer más joven junto a él, que conforman a un tipo rígido y concreto en sus decisiones laborales.

Pero Mentor le debe bastante a una corporación y a respetar un contrato de por vida que se relaciona con su feliz vida privada junto a Luz (Moro Anghileri) por medio de un devenir cotidiano que trasluce guionado por otros. La corporación presenta un conflicto y lo desarrolla con suma elegancia sin necesidad de aferrarse a subrayados innecesarios. Mentor es un triunfador en su vida laboral y afectiva pero solo se trata de un simulacro, una engañosa apariencia que depende de un poder mayor al que le resulta imposible manejar. Los personajes secundarios, que oscilan entre el film de oficina naturalista y el fantástico realista como género, rodean a Mentor con su aire misterioso, sugiriendo y recomendando los pasos a seguir del personaje. Desde allí, las logradas y breves apariciones como secundarios de Federico Luppi y Juan Palomino, y más adelante de ese buen actor que es Sergio Boris, quienes convergen a desentrañar el conflicto que padece el atribulado Mentor. Ocurre que el áspero empresario desea tener un hijo con Luz y desde ese punto la película vuelve a confrontar los dos mundos en permanente colisión: el perfecto y aparente que señala el éxito y el más terrenal y deseado que desea alcanzar el personaje central. Película asfixiante y de bienvenidos climas que agobian la privacidad, La corporación profundiza las posibilidades de un mundo futuro que resultará imposible modificarlo. Un mundo que está muy cerca, tal vez demasiado, acaso a la vuelta de la esquina.