La chica que soñaba con un fósforo y un bidón de gasolina

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Esta es la segunda entrega de la trilogía Millennium, escrita por Stieg Larsson y publicada entre el 2005 y el 2007. Estos thrillers se convirtieron en un fenómeno editorial de ventas y la pujante cinematografía escandinava decidió llevarlos a la pantalla grande, obteniendo un enorme suceso en todas partes del mundo. Los norteamericanos ya compraron los derechos y las remakes están en marcha, con el estreno de la primera de ellas agendado para finales del 2011.

Millennium 2: La Chica que Soñaba con un Fósforo y un Bidón de Gasolina vuelve a reflejar los temas favoritos de Larsson. Cuando era joven Larsson fue testigo de la violación de una chica por parte de una pandilla, y ese hecho lo terminaría marcando a fuego. Por otra parte Larsson estaba obsesionado (e indignado) con el pasado colaboracionista de Suecia durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Considerando la situación geográfica de los países escandinavos - y su cercanía con la Unión Soviética -, es posible que el temor al gigante rojo avivara posiciones radicales y anticomunistas, con lo cual el nazismo hubiera sido visto como una opción natural para defender la soberanía territorial. Pero Larsson repudiaba esa postura extrema de tener que aliarse con un diablo para combatir al otro, porque equivalía a saltar de la sartén para caer en el fuego. Estas premisas estaban presentes en Los Hombres que no Amaban a las Mujeres y vuelven a aparecer en este filme, solo que aquí han sido reelaboradas con suficiente ingenio como para no notarles sabor a reciclado.

Viendo de manera secuencial la trilogía, Millennium 2: La Chica que Soñaba con un Fósforo y un Bidón de Gasolina es más sólida que la primera película. Hay un guionista y un director nuevos, y los mismos parecen haber pulido las fallas del primer capítulo. Igual el climax es algo abrupto pero toda la historia es más satisfactoria.

Ahora resulta indudable que la estrella de la historia es la andrógina Lisbeth, y la trama de Millennium 2: La Chica que Soñaba con un Fósforo y un Bidón de Gasolina se centra exclusivamente en su pasado. Es cierto que hay algunas coincidencias demasiado "coincidentes" al principio de la historia - Lisbeth, inundada de plata, decide regresar a Suecia en el momento exacto en que los malvados de turno pergueñan una conspiración en su contra; la conexión entre el asesinato del periodista y el del oficial de control de Lisbeth parece demasiado traido de los pelos - y que el final es algo abrupto, pero el filme es muy satisfactorio en términos de investigación, suspenso y desarrollo de personajes. Aquí Larsson ha decidido mantener a los personajes en carriles paralelos, sin mantener contacto hasta el último fotograma del filme. Sin embargo sus investigaciones paralelas corren sincronizadamente y, a través de terceros o de medios electronicos, logran intercambiar notas. Definitivamente ésta es una trama más elaborada y mejor construida.
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Pero es la presencia del personaje de Noomi Rapace lo que mantiene las cosas en movimiento. Al conocer más de su pasado - todo se relaciona con el incidente visto en un flashback en Los Hombres que no Amaban a las Mujeres, en donde Lisbeth incendiaba a lo bonzo a su padrastro - y de sus amistades, el personaje gana profundidad. Además lo suyo es una exhibición de fuerza, valentía e ingenio, en donde una chica menudita le hace frente a obstáculos enormes y logra sortearlos. Es tanta su energía que el personaje del periodista - alter ego de Stieg Larsson - termina relegado al papel de testigo de las acciones de la protagonista. Mikael Blomkvist aporta algunos datos pero no es ni el gran impulsor de la historia... ni es siquiera un decente hombre de acción.

Aquí se han cambiado a los nazis por desertores soviéticos, y el abuso sexual está dado por una despiadada red de prostitución. Como en los viejos policiales de serie negra - como los policiales de Raymond Chandler - hay un asesino enorme, implacable y anónimo, tras el cual van nuestros héroes siguiéndole el rastro. En realidad la historia utiliza dos mecanismos: revolver archivos e interrogar testigos para revelar la historia secreta (el por qué y el cómo), y la pista del gigante rubio es un atajo para ver rápidamente al villano escondido tras toda esta conspiración. Como sea, el climax es muy satisfactorio en más de un sentido.

Millennium 2: La Chica que Soñaba con un Fósforo y un Bidón de Gasolina es un fantástico thriller. Inteligente, medido, satisfactorio. Lamentablemente la obra de Larsson concluiría con la siguiente obra, Millennium 3: La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire, tras lo cual sufriría un ataque cardíaco que pondría fin a su vida a la temprana edad de 50 años.