La casa de al lado

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Otra morada vacía y rutinaria

En los últimos tiempos ha nacido el "género Jennifer Lawrence", una sorprendente joven actriz que, en general y a través de sus trabajos, está por encima de las películas.

Primero fue con Lazos de sangre, la apuesta indie dentro del sistema; luego otra de los X-Men y más tarde Los juegos del hambre, estrenada este año, con una primera mitad más interesante que el resto. Pero el "género Lawrence", que oscila entre la variante teen lavadita y sin mancha de sangre alguna y el futuro casi asegurado de remplazar a la pálida Kristen Stewart si esta no es salvada por algún vampiro anoréxico, llegó a su punto más bajo con La casa de al lado, una propuesta fagocitada y reiterativa que ancla en el thriller psicológico con una pequeña dosis de terror para adolescentes. Madre rubia recién separada (Elisabeth Shue) e hija conflictiva (Lawrence) se mudan al lado de una casa supuestamente vacía donde se produjeron algunas masacres familiares. Pero por ahí anda un sobreviviente, el confundido Ryan (Max Thierot) que seducirá a la joven recién llegada, pese a los consejos de la mamá solitaria que Shue interpreta con más garra y compromiso que las débiles líneas que le presenta un frágil guión. Al principio, un par de escenas de sustitos convencionales y nada originales, que transcurren entre pasillos y habitaciones vacías, hacen funcionar a un relato sin demasiadas pretensiones, a pura rutina dentro de la vertiente "me parece que las cosas están mal en esta casa vieja donde corrió sangre". Pero no hay sangre en "el género Lawrence" –como ocurría en Los juegos del hambre– y las volteretas de la historia en la media hora final suenan forzadas, inexplicables, gratuitas, convirtiendo al film de Mark Tonderai en un ejercicio de estilo digno de un alumno de escuela de cine que curso su primer año de facultad terciaria.
¿Y Jennifer? Corre, besa, se asusta, discute con la madre y hasta en alguna escena intenta despojarse del corsé teen asignado por Hollywood. Ella y Shue (pasaron 20 años de Adiós a Las Vegas y sigue siendo una mujer muy atractiva) le ganan por lejos a una película soporífera.