La calle de los pianistas

Crítica de Josefina Sartora - Otros Cines

Música para tus ojos

La Rue Bosquet está en Bruselas: allí vive en una gran casa de varias plantas la familia Tiempo-Lechner. Y en la casa de al lado, la amiga de todos, Martha Argerich. Esa calle está llena de música, porque en la primera habita una dinastía de músicos, y la de Martha está abierta a todos los artistas. El film se centra en dos de todos ellos: Karin Lechner, otrora niña prodigio, eximia pianista, y su hija Natasha Binder, de 14 años, quien sigue los pasos de su madre.

El documental no da mayores explicaciones, hasta que casi al final, en una entrevista, se revela la filiación: Karin es hija de Lyl Tiempo, famosa pianista y figura tutelar, maestra de ambas, hija y nieta, y ahora enseña a su otra nieta, de tres años, hija del también pianista Sergio Tiempo. Lyl es hija de Antonio de Raco y Elizabeth Westerkamp, célebres músicos ambos. Cuatro generaciones de pianistas argentinos viven en esa mansión.

El film los toma a todos ellos en su intimidad, en las charlas entre madre e hija, las lecciones de piano, la música compartida, con la evocación de una Argerich que tarda en aparecer, pero su música se oye desde la casa vecina, mientras los otros entrenan. En esa calle todos se oyen y escuchan unos a otros. Las conversaciones entre madre e hija adolescente son significativas, discusiones clásicas entre dos generaciones, aquí tematizadas por la música.

Natasha, artista precoz y talentosa, sigue a su madre, pero -como toda adolescente- también quiere diferenciarse de ella. Distintos criterios de interpretación, decisiones que deben tomarse, todo esto está registrado por una cámara sutil y significante. Tenemos muy cercano el recuerdo de otro film exhibido en el BAFICI como Bloody Daughter, que presentaba un retrato crudo de la relación de Martha Argerich con su hija, realizado por esta última, Stephanie. En este, en cambio, al ser más objetiva, sin involucrarse pasionalmente, la mirada hacia los protagonistas es también más benévola.

Opera prima de Mariano Nante, La calle de los pianistas es una película delicada, sensible y cálida, de amor a la música, que enseña cómo tocar Schumann -su música hilvana todo el film-, dónde reforzar una nota, o recuerda los conciertos de cuando Karin y Sergio eran chicos, gracias a un frondoso archivo de la familia y los prolijos diarios de Karin.

Como detalle al margen, cuando esta película cerró el último BAFICI en el Teatro Colón, tras la proyección madre e hija dieron un recital, a dos pianos y a cuatro manos, que cobró enorme relevancia emocional y artística.