Kerem, hasta la eternidad

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Pocas veces el motivo de un estreno estuvo más claro que con Kerem, hasta la eternidad. La única razón para que llegue hasta estas tierras esta película turca es su protagonista, Engin Akyürek, astro de las telenovelas de aquel país que emite Telefé, quien además visitó Argentina para una serie de entrevistas promocionales.

La película sabe perfectamente el gancho comercial que implica la presencia de Akyürek, y apuesta únicamente a su potencial magnetismo como elemento distintivo. El actor está presente en todas las escenas siempre en pose penitente, sufriendo los mil y un pesares del pobre Kerem con un rostro imperturbable.

El protagonista de ¿Qué culpa tiene Fatmagül? y Kara para Aşk se pone en la piel de un próspero arquitecto casado y con proyecto agrandar la familia a corto plazo, que sufre un devastador accidente automovilístico cuya consecuencia es la muerte de su mujer. Absuelto en el juicio más abreviado de la historia del cine, se muda hasta una finca aislada en donde deberá convivir con el peso de la culpa.

El film de Çagan Irmak arranca como un drama romántico para luego coquetear con el thriller y hasta el terror más clásico, incluyendo la aparición de entidades fantasmales que, en principio, remiten a aquel accidente. No conviene adelantar qué ocurre de aquí en adelante en esta historia de indudable raigambre televisiva, con una narración construida sobre la base de acumular situaciones, como si desarrollar algún personaje le estuviera vedado. Sí puede adelantarse que la vuelta de tuerca es la más insólita de la temporada 2018.