Justicia propia

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Si algo faltaba para redondear esta torta de creciente cine de género en nuestro país es una cinta que se entregara por completo a la acción, sin necesidad de codearse con otros géneros; tiros, explosiones, músculos, testosterona, y un héroe de acción pétreo en todo sentido. En ese marco, llega Justicia propia para llenar ese hueco.
Los pocos antecedentes, más o menos recientes que tenemos en esta materia nos llevan a Peligrosa Obsesión (con demasiados toques de comedia y facherismo), Comodines (muy televisiva, casi una extensión de Poliladron), y ya luego remontsrnos mucho tiempo atrás a las parodias creadas por los Mentasti en Exterminators 3 y 4 (tiempos de Brigada Cola).
Por eso, este film de Luis Calcagno es tan celebrado en su estreno en cartelera. Se trata de un film under, de presupuesto limitado, y aspiraciones ad hoc. Pero su aspecto más positivo es justamente ese, que sabe dar “vuelta la tortilla” y hacer de sus flaquezas puntos a favor, claro, para entendidos.
Hablábamos de cinta, y sí, es inevitable, porque Justicia Propia nos lleva a aquellas épocas de films de acción berretas lanzados directo a CHS y que eran todo un furor, hasta contaban con estrellas propias.
Algo así es Juan Olmedo, reconocido doble riesgo que cuenta con una empresa afín, y que aquí debuta como protagonista encarnando a Diego Ponce, suerte de policía de elite, que se encarga sólo de los casos más complicados de la fuerza, aquellos que sólo tienen solución mediante el uso de la fuerza y la inteligencia aplicada a la táctica.
A nuestro héroe, los malosos de turno le secuestran a su sobrina, y sí, se metieron con el hombre equivocado…
No hay mucho más que eso en el argumento de Justicia propia, pero acaso, ¿había mucho más que eso en los films de un Van Damme, Michael Dudikoff, Olivier Grunner, Steven Seagal, o Jeff Speakman?, el film de Calcagno nos lleva directamente a eso, es un film perfecto para ver en un continuado con una de artes marciales japonesa y mal doblada al inglés, por ejemplo.
Las escenas de acción son desenvueltas con la suficiente pericia, hay buenas secuencias de peleas bien coreografías, y explosiones para que los adeptos aplaudan.
Sí, el guión cae en todo tipo de clichés, baches, las interpretaciones son risueñas, y los diálogos sobrepasan la verosimilitud; pero en un punto, nos convence que si todos esos rubros fuesen correctos la película no sería lo que es, un entretenimiento barato para la muchachada.
Otros desaciertos los encontramos en el sonido y fotografía con alguna toma muy oscura o demasiado brillante (quizás intentando disimular los tonos oscuros), pero nuevamente, eso que nos hace acordar a los problemas que nuestro cine tenía hace más de veinte años puede parecer hasta un detalle de color que nos hará recordar a nuestras propias producciones directas al temprano VHS, con Pipio Luque y Silvia Peyrou en sus mejores formas.
Justicia propia es confeti para los que buscaban un estreno de acción under, orgulloso clase B (real, significando film de segunda línea), en cartelera, otro paso más para que este cine pase a primera plana.