Just Jim

Crítica de Cristian A. Mangini - Fancinema

CAOS ADOLESCENTE

Just Jim es el debut en la dirección del joven Craig Roberts, que en su ópera prima filtra algunos de los elementos que lo hicieron una revelación actoral del indie británico, en particular por la resonante Submarine, de Richard Ayoade. “Algunos” refiere específicamente a la sensibilidad adolescente y conflictuada, aunque en el medio la caótica ambición narrativa y los problemas de guión la llevan a ser un relato extraño con buenas ideas que terminan fallando en su ejecución.

El protagonista es el tal Jim, interpretado por el mismo Roberts, un muchacho galés que no las tiene para nada fáciles en su adolescencia. Incomprendido por sus padres pasivos y algo apáticos, víctima del bullying en su clase y completamente ignorado por las chicas -y una en particular de la cual está enamorado (Jackie, interpretada por Charlotte Randall)-, Jim es el “perdedor” llevado a un nivel hiperbólico. Su vida en un pequeño pueblito bucólico se torna una pesadilla a la que responde aislándose y jugando en el viejo Nintendo de su amigo, una especie de “venganza”, ya que también es el novio de Jackie. La descripción de su espacio resulta tan ruinosa como su vida: su habitación de paredes despintadas o la pequeña casilla donde se refugia del mundo con su perro, e incluso la deteriorada entrada a su casa (metáfora poco sutil entre las muchas que pueblan este film), se complementan con las elecciones de puesta en escena, con planos generales donde se lo ve pequeño e insignificante o, al menos, cuando los zooms no aparecen para mostrar cómo Jim se destaca de la peor forma posible (la película no se guarda nada).

Si siguieron hasta acá, se darán cuenta que el film ronda peligrosamente sobre las caricaturas: los muchachos populares que hacen bullying, la chica linda, el muchacho “perdedor”, los padres distantes y apáticos, el profesor acosador, etcétera. Si a esto sumamos que el espacio y la forma en que se concibe la puesta en escena subrayan lo patético de la vida del personaje, ingresaremos en un registro satírico con un humor negro marcado por los estereotipos. Pero a este escenario se suma el conflicto: la aparición de un muchacho norteamericano (Emile Hirsch) que parece emular a James Dean (de hecho, se llama Dean) y se muda a su lado, un tipo simpático y rudo que le enseña algunos trucos para sobrevivir en la adolescencia. Ahora bien, esto no viene sin un precio, que es lo que lleva a Jim a una caída más dolorosa tras volverse finalmente un muchacho más confiado. Pero surgen los problemas de registro: la película coquetea con un surrealismo que no puede mantener y el tono de sátira se desvirtúa cuando los pasajes de solemnidad y un final abierto siniestro empujan la película a ser una extraña mixtura de géneros. Drama, comentario social, sátira, coming of age e incluso terror psicológico colisionan incómodamente para dar un hibrido que no logra tener asidero en ninguno de sus perfiles (y aún menos sus personajes).

Con tantas películas en una no estaremos seguros de cuál es la que Roberts pretende que veamos, aunque antes que focalizarnos en las intenciones del director -que, por otro lado, no es asunto del crítico-, debemos focalizarnos en que surgen buenas ideas pero que éstas se encuentran rápidamente sepultadas por las irregularidades del guión.