Juntos para siempre

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Comedia ácida sobre un guionista en apuros

He aquí una comedia ácida entremezclada con una fábula terrible. En la comedia vemos las risueñas peripecias de un guionista torpe, tan absorto en su trabajo creativo que deja de lado los llamados de atención de su pareja, desvía las intromisiones de su madre mal medicada, y se engancha con una rubia «menos exigente» porque, según él cree, «se las banca todas. Es decir, es medio tonta, y eso me permite ser algo bruto».

Pero quizás ella no sea tan tonta. Quizá tenga, más bien, y para bien, mucha paciencia, autocontrol y una estrategia a largo plazo. Y la madre tenga algo muy ilustrativo que decir sobre su ex marido, lástima que lo diga con 23 años de retraso y en el peor momento. Y la pareja inicial tenga algo que él perdió de vista hace rato. En todo caso, lo que a él más le importa, el guión de esa fábula terrible que imaginó, se va desarrollando muy bien. Para mal. O para que, cuando finalmente vea en pantalla lo que ha hecho, empiece a entender algunas cosas acerca de sí mismo. O tal vez no entienda nada, escape nomás de puro necio, y siga siendo un «desconectado» de sus sentimientos, como le reprocha la ex mujer.

Dicho de otro modo, ésta es una comedia de tontos, divertida, que tiene como espejo la pesadilla de un cuento. Por ese cuento, que se vuelve cada vez más angustiante, el autor dice lo que no puede decir una comedia. El drama que hay detrás de los chistes, y de los tipos chistosos. Peto Menahem y Luis Luque protagonizan las respectivas partes. Cada uno es alter ego del otro, y ambos tal vez lo sean del autor de este film, Pablo Solarz, el guionista de «¿Quién dice que es fácil?», «El frasco» y «Un novio para mi mujer», que acá debuta como director.

En este debut, el hombre luce su excelente habilidad para los diálogos, los caracteres, la observación de conflictos de pareja y trasfondos de familia, el manejo de los tiempos, y el juego armado para lucimiento de los intérpretes y disfrute del público. Porque acá se lucen todos y cada uno, en particular Florencia Peña, que hace reír en todas sus escenas, incluso algunas donde la iluminación le juega un poquito en contra. Claro, como es lógico, Solarz sigue siendo mejor guionista que director. Ya va a aprender, no hay problema. Lo más importante para el público, está bien puesto como corresponde, es decir personajes atractivos, actuaciones elogiables, historia, réplicas memorables, sentido de observación, sentido de la obra. Que, aunque cause gracia, es más seria de lo que parece. Vale la pena verla en pareja, siempre que después uno se anime a charlar de ciertas cosas.