Juntos para siempre

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

DESVENTURAS DE UN GUIONISTA

Reconocido guionista de exitosos títulos como Historias mínimas, de Carlos Sorín; y Quién dice que es fácil y Un novio para mi mujer, ambas de Juan Taratuto, Pablo Solarz debuta en la dirección con una tragicomedia bastante negra y despiadada sobre las desventuras de Javier Gross (Peto Menahem), un guionista obsesionado con sus creaciones y que, en el proceso, se va desconectando, escindiendo de forma progresiva del mundo real y de sus afectos (está casado con una joven bastante "exigente" que interpreta Malena Solda y luego de separarse se junta con una mucho más superficial y sumisa que encarna Florencia Peña).

Esta primera línea del film transita esquemas woodyallenianos no demasiado sorprendentes (la negación de sus traumas, la relación con la creación artística y con las mujeres, el lugar de la madre neurótica, empastillada e invasiva que hace Mirta Busnelli), pero luego Solarz opta porque la ficción dentro de la ficción -o sea, una historia pergeñada por el propio Gross- vaya acaparando cada vez más espacio: allí vemos cómo un padre de familia frustrado y al borde de la locura (Luis Luque) va abandonando por el camino -supuestamente van rumbo a unas vacaciones en Mar del Plata, aunque terminan en los helados parajes del Oeste- a su mujer y a cada uno de sus hijos, mientras sueña con reencontrarse con el viejo amor de su vida. La película alcanza un tono oscuro, cruel y casi surrealista, que por momento remite al cine de Spike Jonze y Paul Thomas Anderson.

Si las situaciones no son del todo eficaces, al novel director le cuesta además combinar, mixturar ambas subtramas y, así, la película no fluye como debería. El resultado es un poco forzado, tortuoso, más allá del bienvenido riesgo que Solarz asume con una propuesta bastante menos complaciente y demagógica que la de sus guiones anteriores.