Autor de brillantes esquemas argumentales, era esperable que Pablo Solarz, en este paso del guión hacia la dirección de cine, lo diera con un film fuera de rubro, pese a su romántico y engañoso título. Guionista de una obra esencial como Historias mínimas, propone con Juntos para siempre una suerte de comedia negra, amarga e intranquilizadora, que poco se emparenta con otros notables trabajos suyos que dieron de lleno en el género, como Un Novio para mi Mujer o lo sobrevolaron, como El frasco. Personajes oscuros, perturbados o simplemente conflictuados transitan su ópera prima a través de dos planos narrativos que abordan la vida de un guionista –acaso su alter ego-, y una historia paralela que elucubra su inventiva. Una ruptura afectiva atravesada por una trama sórdida, que lentamente empezará a contaminar la aparente realidad y se convertirá en otra película dentro de la película. Los variados escenarios del film no pueden desmentir su carácter claustrofóbico y asfixiante, y su escasa empatía con el espectador lo resienten en parte, pero decisivamente lo alejan de un cine nacional joven a veces despojado en exceso (a menudo de guión).
Su corrosiva historia de desamor, surcada por lúcidos diálogos y situaciones, está sostenida por un impecable elenco en el que se destacan el fenomenal Peto Menahem, un inquietante Luis Luque y una imperdible Mirta Busnelli.