Juntos para siempre

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Autor de brillantes esquemas argumentales, era esperable que Pablo Solarz, en este paso del guión hacia la dirección de cine, lo diera con un film fuera de rubro, pese a su romántico y engañoso título. Guionista de una obra esencial como Historias mínimas, propone con Juntos para siempre una suerte de comedia negra, amarga e intranquilizadora, que poco se emparenta con otros notables trabajos suyos que dieron de lleno en el género, como Un Novio para mi Mujer o lo sobrevolaron, como El frasco. Personajes oscuros, perturbados o simplemente conflictuados transitan su ópera prima a través de dos planos narrativos que abordan la vida de un guionista –acaso su alter ego-, y una historia paralela que elucubra su inventiva. Una ruptura afectiva atravesada por una trama sórdida, que lentamente empezará a contaminar la aparente realidad y se convertirá en otra película dentro de la película. Los variados escenarios del film no pueden desmentir su carácter claustrofóbico y asfixiante, y su escasa empatía con el espectador lo resienten en parte, pero decisivamente lo alejan de un cine nacional joven a veces despojado en exceso (a menudo de guión).

Su corrosiva historia de desamor, surcada por lúcidos diálogos y situaciones, está sostenida por un impecable elenco en el que se destacan el fenomenal Peto Menahem, un inquietante Luis Luque y una imperdible Mirta Busnelli.