Jungle Cruise

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Jungle Cruise es una película que toma la popular atracción del parque temático Disney World para desarrollar una propuesta que evoca el estilo de cine de aventuras que se hacía en los años ´90 y comienzos del 2000.

El film tiene una influencia notable de las producciones de La momia, de Stephen Sommers, y la primera entrega de Piratas del Caribe que desarrollaron una fórmula parecida.

Como propuesta familiar ofrece un buen espectáculo que consigue ser entretenido gracias a la inesperada química de la dupla que conforma The Rock con Emily Blunt.

Una pareja que me parece la gran mayoría del público no hubiera imaginado para este film y funciona muy bien a tal punto que la interacción entre ellos termina siendo el corazón del film.

Los amantes de la animación de más de 30 años van a notar que el vínculo de los personajes principales prácticamente es un calco de la serie Aventureros del aire (TaleSpin) que fue popular a comienzos los ´90.

Las interacciones de los protagonistas tiene una dinámica muy similar a la de los osos Balloo y Rebecca e inclusive The Rock cuneta como asistente en su trabajo de navegación con un niño que recuerda al cachorro Kit Nubarrón.

Aquella propuesta tomaba su inspiración a su vez del viejo cine clásico de aventuras hollywoodense por lo que estas referencias difícilmente sean una simple casualidad.

La dirección corrió por cuenta Jaume de Collet-Serra, quien en los últimos años fue responsable de la mayoría de las películas de acción que hizo Liam Neeson.

Todo el entrenamiento que tuvo con esa saga de filmes supo explotarlo en esta producción donde elaboró muy buenas secuencias en las que hace lucir a los protagonistas.

Esta es la producción más grande que dirigió en su carrera y sobresale en varios aspectos técnicos como el diseño de producción, la fotografía y los vestuarios.

Cabe destacar también la colaboración entre James Newton Howard y Metallica que aportanuna muy buena versión instrumental de Nothing Else Matters.

Una elección loca para el tono familiar de la película pero que funciona muy bien en el contexto de la historia. Jungle Cruise no está exenta de algunas debilidades que le impiden ser una mejor película.

Por un lado no faltan las narrativas forzadas con calzador que a esta altura del siglo 21 Disney podría empezar a trabajar con más naturalidad.

Cuando vimos La momia en los ´90 no le importaba a nadie con quien se iba a la cama el hermano del Rachel Weisz, en parte porque no tenía nada que ver con la trama.

Hoy incluyen un personaje gay y lo subrayan de una manera tan burda como si esperaran ser reconocidos con un Premio Nobel a la inclusión, cuando la sexualidad de ese rol es irrelevante dentro de la función que tiene en la trama.

El argumento cuenta además con un exceso de villanos a cargo de muy buenos actores donde Jesse Plemons (Breaking Bad) termina siendo el más beneficiado.

Paul Giamatti y Édgard Ramírez no están mal con sus intervenciones pero la narración no les habilita demasiado espacio para destacarse y es una lástima porque terminan desaprovechados.

Un inconveniente mayor es el tratamiento de los efectos especiales que en varias escenas dejan bastante que desear.

Jungle Cruise podría haber sido un espectáculo muy superior si Disney le daba más tiempo al equipo de FX para pulir un poco el CGI.

Queda la sensación que acortaron los tiempos de post-producción y salieron a las salas con lo que tenían.

Ahora bien, para quienes no les interesan todas estas cuestiones técnicas y quieren saber si vale la pena la entrada al cine para llevar a los niños. Definitivamente es una opción para tener en cuenta.

Más allá de sus debilidades en términos generales es una buena propuesta de aventuras que no defrauda en materia de entretenimiento.