Juana a los 12

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

Intensamente

En Juana a los 12, el director Martín Shanly puso de protagonistas a su hermana y su madre para contar una historia ambientada en el colegio bilingüe al que él mismo asistió. Esto, que parece un desmedido ejercicio narcisista, supera todas las expectativas cuando el realizador no sólo sostiene cada decisión de puesta en escena sino que además demuestra que aquellos son sólo elementos desde los cuales parte para construir un relato sumamente atractivo sobre lo asfixiante y rutinarias que pueden ser las instituciones, como así también lo difícil que suele ser ese período que atraviesa la protagonista.

Ni el colegio, ni el cúmulo de psicopedagogas, docentes particulares y entidades neurológicas, ni la propia madre parecen ser suficientes para comprender, abarcar y contener a esa Juana que atraviesa el complejo proceso de crecer, de ir de la infancia a la adolescencia. Y el director aborda ese período con una serie de apuestas formales tan inusitadas como arriesgadas, que logran la proeza de hacer físico, sin caer en metáforas groseras, ese mundo interior que la protagonista evidencia sin comprender demasiado.

Con climas que bordean el terror psicológico, una puesta en escena destacada y decisiones formales tan interesantes como pertinentes con lo que se está contando, Juana a los 12 muestra en Shanly a un director con una voz poderosa y muy sólida en su ópera prima, que no se regodea en el habitual esteticismo inane del cine independiente argentino, sino que construye una historia con una enorme tensión que subyuga la aparente calma, al igual que ocurre en esas instituciones que moldean en vez de formar. Y si tenemos en cuenta la familiaridad de las actrices y del ambiente que el director recorre en su película, se podría decir que se trata de un autor con total falta de autoindulgencia.