Jobs

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

A la espera de la que seguramente será una gran producción en términos económicos, luego de que la Sony adquiriera los derechos de la biografía autorizada de Steve Jobs, escrita por Walter Isaacson, la maquinaria de Hollywood se puso en marcha más rápido que un bombero.

“Jobs” nació a partir del asombroso parecido de Ashton Kutcher al Steve Jobs de la década del ‘70. Hay un director casi novato y un guionista más novato aún. ¿Qué esperar?

Para cualquiera que haya buscado en you tube algún video del creador de Apple, y lo haya visto caminar, la primera escena resulta casi fantasmal y contradictoriamente real. Ashton Kutcher camina, habla y se mueve igual en una demostración de búsqueda y composición del personaje. En esos primeros 4 o 5 minutos vemos como Steve presenta el i-pod.

Flashback

Ahora estamos en 1974, donde todo comenzó. El director se toma su tiempo para retratar. Para trabajar el entorno. Rituales de plaza, contexto socio-políticos, la música de la época (tomando como centro a Cat Stevens y Bob Dylan), y un personaje que ya se dibuja como un pensador fuera del cuadrado. Algo engreído, autosuficiente. Él sabe que su intelecto sobresale por encima de la media, pero todavía no sabe como potenciarlo. Hasta que conoce a aquellos que van a conformar su equipo de trabajo a lo largo de los años, los que “comparten su visión”. Porque si algo tiene muy claro éste hombre es cómo funcionan las finanzas, el capital, las ganancias y además tiene visión, esa visión especial para anticiparse a aquello que en cualquier otro ser humano sonaría ridículo e irrisorio.

En esta, y las siguientes dos décadas, se centra el relato aunque llega a abarcar algo del siglo XXI. A medida que pasan los años la narración crece en velocidad, pero sólo en eso. Como si no hubiera más tiempo o presupuesto para retomar el ritmo de la primera hora, por lo que las elipsis resultan algo forzados. También, para aquellos que conozcan al genio en mayor profundidad, faltarán episodios insoslayables como la pelea con Bill Gates (que aquí apenas se menciona y queda al borde del cabo suelto). No es lo único suelto en “Jobs”. Hay personajes poco desarrollados, como el profesor que compone James Woods al principio ¿Qué aporta a la construcción del personaje? ¿Aporta?

Sin embargo todos estos detalles se diluyen ante la fuerza del título. El mundo sabe quien era Steve Jobs y su muerte no hizo más que agigantar la figura. Una verdadera ventaja para esta película porque, adicionalmente a lo que el espectador sabe, cuenta con un muy buen trabajo de todo el elenco, en especial los de Dermot Mulroney como Mike Markkula, el primer financista de la historia de Apple, Josh Gad en el papel del ejecutor de las ideas, y un Lukas Haas maduro y pensativo ya lejos de la mirada inocente que tenía aquel chico amish de “Testigo en peligro” (1985).

“Jobs” resulta un emotivo y entretenido relato sobre un genio. Si se quiere, a los efectos de conocerlo a fondo, funciona como una introducción efectiva que seguramente lo dejará con ganas de más y con el recuerdo de la interpretación de Ashton Kutcher.