Jobs

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Salí de ver Jobs con una idea en la cabeza, como ha cambiado el cine a lo largo de los años. La referencia inmediata que vino a mi mente fue la de otra “biopic” sobre un magnate, Citizen Kane del y con el maestro Orson Welles; sus miradas sobre el poder son tan distintas, tan ideológicamente opuestas que al segundo comprendí que era inútil continuar con esa comparación. Aún generalizando podemos encontrar películas biográficas sobre grandes personalidades de la humanidad, o por lo menos que dejaron su huella; pero Jobs es heredera del éxito de Red Social y el camino parece ser otro, el de la benevolencia.
En los primeros veinte minutos de este film de Joshua Michael Stern encontramos sus más grandes falencias, y es cierto que luego mejora bastante. Una presentación ante empleados en 2001 del propio Steve Jobs para adelantar el lanzamiento de un invento revolucionario que cambiará la vida de las personas, así es representado, el Ipod, para quienes no lo sepan un reproductor digital de música. De este modo abre el film para luego pasar directamente a escenas en la universidad del personaje que a la manera de un hippie se viste andrajosamente, no usa calzado alguno y no tiene otro rumbo que no sea descansar, pasar sus días y engañar a sus amoríos; todo finalizado con una secuencia cuasi musical en la cual Steve salta por un prado mientras resuena un poupurri de éxitos de los setenta.
Jobs se propone relatarnos la vida de un genio de la computación desde sus primeros años creativos al término de la universidad hasta casi la actualidad cuando vuelva a ser nombrado CEO de su multinacional Apple y la lleve a ser la empresa con mayor valores cotizados en bolsa.
En primer lugar, la duda más grande, y lo que mayor expectativa creaba, Ashton Kutcher cumple en su caracterización casi mimética. El modo de caminar, mirar, hablar y actuar es muy similar al Steve Jobs real, y el carisma del actor ayuda cuando se quiere demostrar la habilidad en los negocios; este es el mayor acierto del film.
Los roles secundarios también son otro acierto, pese a que muchos nombres conocidos pasen como un cameo de una escena; los personajes de Woz (Josh Gad) la mente creativa originaria detrás de Apple y Mark Markkula (Dermot Mulroney), el inversor original, tienen el peso necesario y se roban muchas escenas, más aún Gad como una suerte de comic relief.
Pero detrás de los personajes bien delineados lo que encontramos es una historia que avanza a saltos, que muestra momentos importantes y trascendentales de una vida, y que hace énfasis en un mensaje de progreso cueste lo que cueste. La idea de mostrar a Jobs como un ser ambicioso, (casi) inescrupuloso, que pase sin más de ser un idealista a un empresario cuyo único objetivo sea el bienestar económico, no parece ser inocente; y aún en los obligados y escasos momentos cuestionables de su vida que se exponen, para cada uno de ellos habrá un momento de redención. Es más ni siquiera se lo enfatiza como un genio informático, prevalece un lugar empresarial dejándole la creación en manos de otros.
Stern hace un buen trabajo de recreación de época e imprime tensión a la historia como un thriller de negocios; también habrá momentos logrados con una cuidada fotografía; pero la idea cuasi heroica copa todo el relato y la sensación de ve estar viendo un institucional de Apple es más fuerte que la de ver una verdadera historia de vida. Es extraño decir esto de una biopic, en Jobs sobran los aspectos técnicos pero falta el aspecto vital.