Inevitable

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Algo tenía que suceder

"Un ínfimo detalle puede torcer el rumbo de nuestra vida", dice un anciano escritor en "Inevitable", que aunque nadie lo nombre es el mismísimo Jorge Luis Borges. La frase es clave en el filme de Jorge Algora ("El niño de barro"), porque es lo suficiente para que Fabián (Darío Grandinetti) torne su destino en algo realmente inevitable. Basada en la obra teatral de Mario Diament, "Cita a ciegas", la película está ambientada en los años 80 básicamente porque es la época en la que el autor de "Ficciones" y "El Aleph" estaba con vida. Se trata de un homenaje al vuelo del consagrado escritor, pero también, y más aún, la película es un culto al amor, a jugársela por los sentimientos, cueste lo que cueste. Y dejar el mensaje que nunca es tarde para conquistar aquel amor que daba cosquillas en el estómago. La historia se desanda a partir del derrotero de Fabián, el gerente de un banco cuyo presidente adhiere a "la ley del gallinero", esa que reza que "la gallina de arriba caga a la de abajo", así, sin eufemismos. Una tragedia laboral comenzará a hacerle ruido en la vida supuestamente ordenada a Fabián, quien en su intimidad apenas cruza palabras con su mujer (Carolina Pelleriti), una terapeuta maltrada por una paciente insatisfecha (Mabel Rivera, en buen rol). El gris muta en rojo cuando Fabián conoce accidentalmente a dos personas. La primera es aquel viejo iluminado, que en la película se lo identificará como Ciego (Federico Luppi, en notable interpretación de Borges), y la segunda es Alicia (Antonella Costa), una artista sin demasiados pruritos para entablar relaciones. De estos vínculos asomarán mundos paralelos que en algún momento se van a cruzar. Y allí será donde Fabián se encontrará con una parte de sí que jamás hubiese imaginado.