Indiana Jones y el dial del destino

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Para la nueva versión de “Indiana Jones”, George Lucas y Steven Spielberg se apartan completamente del proyecto, este último resguardando únicamente labores de productor ejecutivo, habiendo dirigido todas las películas anteriores de la saga. El reto principal se instituye en encontrar a un nuevo hombre al comando detrás de cámaras, y, finalmente, el elegido resulta el experimentadísimo James Mangold. Una apuesta a lo seguro, conocido por haber dirigido con buena mano películas como “Logan”, “Le Mans 66” o “En la Cuerda Floja”. Mangold trae consigo una reputación estable y una paciencia moldeada bajo presión. El film terminó de rodarse en febrero de 2022, y de allí en más, la crew se sumió en horas y horas de posproducción.

A primera vista, Mangold, un director de estable carrera y fiable rédito en taquilla, parece erigirse como el indicado: un artesano del género, al servicio de los estudios. Poco más podría pedírsele para dotar de encanto a una saga que ha hecho, a lo largo de su historia, un culto a la adoración por un pasado que no necesariamente refleja las mieles en el presente. Durante los años ochenta, y desde entonces a esta parte, “Indiana Jones” colonizó el inconsciente cultural de una generación entera de cinéfilos, a lo largo y anchoe de una saga que se expandió más allá de lo esperado, incluso renovando su interés en 2008, con “Indiana Jones y la Calavera de Cristal”. Transcurrida década y media, la pregunta se tornaba inevitable: ¿cómo se enfrenta a este regreso a las fuente un público joven que se ha criado con films hiperrealistas de superhéroes marca siglo XXI?

Apoyándose en una narrativa de corte clásico, un sentido eminentemente retro se amolda al vértigo imperante del presente, dando como resultado «Indiana Jones y la Llamada Final». La mixtura podría no obtener los réditos deseados, a medio paso del fracaso absoluto. Tomando considerables riesgos, la producción se inclina por mantener el sentido de la nostálgica aventura por encima de la desaforada acción. El enésimo guiño lo aporta la sensacional banda sonora que firma el veteranísimo John Williams, quizás su canto de cisne cine cinematográfico.

El golpe emocional no se hace esperar desde los primeros instantes del trailer: un joven Indiana Jones nos lleva directo al pasado. La cara de Harrison Ford muta con algo de extrañeza, digitalmente rejuvenecida. El danés Mads Mikkelsen se adivina como un probable antagonista. Con gran despliegue escenográfico, el film nos sorprende por una variedad de localizaciones que aggiorna la propuesta. Efectos analógicos, a lo “The Mandalorian” se diseminan a lo largo de persecuciones por cielo y tierra, y esto es solo el comienzo. Cosechando los réditos de tan ilustre insignia, Indiana Jones fuerza la mirada, apenas un poco más de la cuenta, hacia un pasado vetusto que se niega a morir.