In-actividad paranormal

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Innecesaria y gritona

Resulta un tanto estéril preguntarse viendo los resultados de In Actividad paranormal porqué se insiste con estas parodias infradotadas que degradan al término parodia per se y reflejan la falta de talento a la hora de hacer reír sobre todo si la idea proviene de las huestes del insoportable Marlon Wayans, gritón, excitado y reiterativo hasta el hartazgo en lo que no podría ser otro fiasco devenido secuela de la patética ¿Y dónde está el fantasma?

El conjuro y Sinister esta vez ocupan el blanco para desatar las referencias paródicas apelando siempre a la obviedad de los lugares comunes y a la escatología simplista como remate de chistes que son tan tontos que la única manera de hacerlos efectivos es con un apunte de mal gusto o humor rancio y chabacano.

Era de esperar que la muñeca Abigail, conocida por la platea cultora del género en el prólogo de El conjuro, tuviese aquí un protagonismo fundamental y como era de esperarse también vinculado a la extraña relación con Malcom (Marlon Wayans) que tras exorcizar a su novia Kisha (Essence Atkins) intentará recomponerse y esta vez con una pareja blanca: Megan (Jaime Pressly) y los dos hijos, una adolescente media dark y un pequeño que se contacta con el demonio ancestral que habita en la nueva casa.

Con la misma estructura que Actividad Paranormal, es decir el registro del falso documental intrascendente, la galería de exabruptos y apología al consumo de drogas dice presente desde el minuto uno hasta el final. El humor drogón sólo hace reír por unos segundos y luego el efecto acumula la resaca de la falta de ideas o giros entretenidos para que la trama acopie referencias inútiles o refleje su mediocridad en cada remate, siempre con un plus de gritos y caras de susto que Wayans se encarga de hacernos soportar frente al espectáculo de su propia decadencia.

A nadie sorprende que se tomara por ejemplo la referencia a la pareja de psíquicos de El conjuro como el estereotipo elemental del matrimonio con problemas y dado el don de la videncia que ella sepa con quién se quiere acostar su esposo.

De esas ideas maravillosas y dotadas de un talento abrumador se compone esta insoportable secuela que anticipa una tercera parte. Y si la droga sigue, el número llegará al infinito y más allá.