Igualita a mi

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Desventuras de un metrosexual

Adrián Suar se descubre de golpe padre y abuelo en esta comedia con los elementos para ser un éxito.

Aunque se parezca en el afiche, donde se toma la cara, al Macaulay Culkin de Mi pobre angelito , Freddy no tiene nada de pobre y menos de angelito. Freddy vive al día, es un playboy sin ataduras que pasa el día haciendo negocios -o negociados- o en la peluquería -es un metrosexual-, y la noche bailando en una disco, seduciendo chicas jóvenes.

Hasta que intenta “levantar” a una chica, pero Aylin, a la que Florebncia Bertotti le aporta su cuota de gracia, resulta ser la hija que nunca supo que tenía. La sorpresa es doble: Aylin está embarazada, así que de pronto descubre que es padre y que será abuelo.

Con el correr de los años, y de las películas, Adrián Suar se ha afianzado en la combinación de la comedia de situaciones y el cine de raigambre popular. Los buenos guiones, como el de Un novio para mi mujer y el de su estreno de hoy, Igualita a mí , le permiten expresar su andamiaje interpretativo volcado al género, pero –y la diferencia es vital- no sólo a su servicio. Suar ya no es el mismo de los tics de Comodines , aunque algunas escenas de Igualita a mí parecieran escritas para él. Detrás de El Tenso ( Un novio… ) y de Freddy hay un personaje o, mejor aún, una persona distinta. Otros actores nacionales se reiteran a sí mismos, no importa el papel que deban jugar en la trama. Los ejemplos abundan.

Es que Freddy no es aquel mismo que conoce a Aylin al final de la proyección. Pese a la previsibilidad de la historia, lo que la hace entretenida son los enredos, las líneas de diálogo, las resoluciones de las situaciones y, claro, las propias actuaciones de los protagonistas: todo para ser un éxito. El guión de Juan Vera -involucrado en la producción en cinco de las seis películas que Suar tiene como protagoniosta- posee el timing, el humor y el sentimentalismo justos.

Como toda buena comedia, los intérpretes principales tienen un fuerte soporte en los papeles llamados secundarios (con Claudia Fontán a la cabeza). Y los rubros técnicos son de una calidad propia de una superproducción.

Un párrafo aparte merece el ecléctico Diego Kaplan, que de joven soñaba con ser Spielberg, y luego de dirigir a Carlos Calvo en la miniserie Drácula debutó en cine con la mucho más críptica Sabés nadar? y ahora, esta comedia. Lo que se dice un todoterreno.