Identidad secreta

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

No soy yo, soy otro

Taylor Lautner no es lobo como en “Crepúsculo”. ¿Qué es?

Hay películas cuyo título ya adelantan, tal vez, demasiado. No hablamos
de *Noche de miedo* o *Los vampiros los prefieren gorditos* , sino de
este filme ( *Identidad secreta* ) en el cual cuando apenas nos sentamos
en la butaca y comienza la proyección, desconfiamos. Desconfiamos de
todo. Y de todos.

A ver... Nathan es un joven que se lleva bien con su papá (Jason Isaacs)
y mamá (María Bello). Pero recordando el título, ¿él será quien dice
ser? Cuando entre a un sitio de Internet en el que se muestra rostros de
chicos desaparecidos, y vea una fotito de un nene muy parecido a él, ¿no
será que es un niño robado? ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Cuál es el
sentido de la vida? Todas y cada una de estas preguntas tendrán su
respuesta a lo largo de los 106 minutos de *Identidad secreta* , un
thriller construido a partir de la figura de Taylor Lautner, quien si
bien muestra lomo, bíceps y otros músculos que el muchacho de
*Crepúsculo* viene trabajando desde hace unos años, el actor trata de
escaparle al perfil licántropo de la exitosa saga. Y le cuesta, claro
que le cuesta, no sólo porque prácticamente no ha hecho otra cosa, sino
también porque a diferencia de Robert Pattinson, no muestra hasta ahora
mayor expresividad que la de, digamos, un Vin Diesel. Sin ofender a nadie.
La producción lo ha rodeado bien a Lautner. El director es John
Singleton, quien supo ser el realizador más joven en ser candidato al
Oscar, por *Los dueños de la calle* . Bueno, *Identidad secreta* no se
le parece en nada, pero Singleton ha manejado siempre bien los resortes
de la intriga, y aquí eso es lo que abunda. El combo incluye corrupción,
la CIA, asesinos a sueldo, el FBI y frase memorables (como “la confianza
se gana”), que se repiten una y otra vez, para que el concepto quede claro.
A Nathan lo persiguen los buenos (Alfred Molina) y los malos (Michael
Nyqvist, de *Millenium* ), lo ayuda una psiquiatra (Sigourney Weaver) a
superar “la tripe I” (insomnio, impulsividad, ira), pero por suerte lo
acompaña la bella Karen (Lily Collins, de *Priest* , y que está filmando
*Blanca Nieves* ), la vecinita de enfrente que lo tiene loco de amor. Y
entre balazos, peleas a puño limpio y patadas voladoras, la trama se
irá, por así decirlo, complejizando. No mucho, para que al mirar el
balde de pochocho no se pierda nada.