Hojas verdes de otoño

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

UNA HISTORIA DE CRECIMIENTO

El cine de Fabio Junco y Julio Midú (creadores del Cine con vecinos en la localidad de Saladillo) sigue manteniendo un espíritu independiente y artesanal, pero se observa en su factura una mayor pericia técnica, que es también un crecimiento inevitable -y saludable- cuando la tarea de realizar cine se ha vuelto habitual. Sin ese crecimiento, estaríamos hablando de conformismo o estancamiento. Hay en las películas de Junco y Midú algo similar a lo que ocurre con el cine de José Celestino Campusano, una bondad de las formas que sirve para perdonar algunas falencias repetidas, fundamentalmente el desequilibrio que se da a partir de la confianza en intérpretes no profesionales. Pero a diferencia de Campusano, donde todo es más radical y adquiere un tinte decididamente político, hay en Junco y Midú una intención por imbricar sus historias en relatos más convencionales y típicos del cine argentino. Es así como el costumbrismo se vuelve molde y el drama moral sustancia. Y cada película, como vuelve a ocurrir en esta Hojas verdes del otoño, encuentra sus limitaciones.

El protagonista es un chico que ve cómo su familia se desmorona, entre una madre impávida que no puede salir de un presente algo ruinoso, un padre ausente y alcohólico, un hermano mayor que no quiere hacerse cargo de su situación, y abuelos que hacen lo que pueden con su soledad. “No hay familia”, dirá el pequeño Dante a una doctora tras la internación de su padre. El cine de Junco y Midú se ha sofisticado con el tiempo y los personajes ya no son tan lineales, sino que tienen su espesor y sus contradicciones. También desde lo formal han aprehendido formas del cine independiente, que aportan otros tiempos y un respeto a los silencios que se vuelven expresivos. Cuando una película apuesta por intérpretes no profesionales, lo mejor que puede hacer es apostar por la imagen y por lo simbólico, algo que los directores hacen a la perfección durante un buen rato. El debutante Bautista Midú no desentona, incluso cuando tiene que compartir escena con grandes como Mimí Ardú, Osvaldo Santoro o Marcelo Subiotto. Pero bien es cierto que funciona mejor cuando pasea su cuerpo y su mirada como una incógnita, que cuando tiene que hacerse cargo de líneas de diálogo un tanto impostadas.

Hojas verdes de otoño tiene algunos problemas esperables como las actuaciones, y otros que provienen de cierta torpeza para resolver situaciones dramáticas sin caer en el aforismo y una falta de tensión que vuelve todo un poco monótono. Sin embargo, en los creadores de Cine con vecinos ya no existe la pose autoindulgente de lo artesanal, sino el riesgo de crear historias más ambiciosas. Aún con sus bemoles, Hojas verdes de otoño cumple con el relato de iniciación, con la historia de crecimiento que es tanto la aventura de Dante tratando de ensamblar los pedazos rotos de su familia como la de Junco y Midú tratando de construir un relato profesional y sólido.