Historias de ultratumba

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

La historia del terror británico está directamente asociada a la productora Hammer. Pero hubo otra empresa que aportó lo suyo al género. Se trata de Amicus, cuyas películas se caracterizaban por su carácter episódico y la apuesta por un horror más sugerente y psicológico, menos explícito y explosivo que el de su competencia.

Ese espíritu se transporta al siglo XXI en Historias de ultratumba. Que la traducción local del Ghost Stories original no engañe: aquí hay pocas tumbas pero sí muchos fantasmas. Lo particular del film dirigido y guionado a cuatro manos por Andy Nyman y Jeremy Dyson es que lo fantasmagórico está asociado a los pesares individuales de cada protagonista. Como se repite más de una vez durante la poco más de hora y media de metraje, “el cerebro elige ver lo que quiere ver”. Y muchas veces elige ver cosas que uno preferiría no ver.

Historias de ultratumba presenta tres relatos de terror articulados por Phillip Goodman (Nyman), un especialista en desenmascarar psíquicos truchos en su show televisivo. Su gran referente es Charles Cameron (Leonard Byrne), una leyenda de la investigación de los fenómenos paranormales que, como se dice en la película, se convirtió él mismo en un misterio cuando desapareció de la faz de la Tierra sin dejar rastro. Hasta que lo deja.

La sorpresa de Goodman es mayúscula cuando recibe un llamado de Cameron, quien ha dejado atrás su escepticismo para abrazar la idea de que no todo lo que sucede en el mundo tiene una explicación lógica ni puede “reducirse a átomos y moléculas”, tal como le dice a su discípulo. La propuesta es que intente resolver tres casos que lo obsesionaron durante años.

El primero tiene que ver con un guardia de seguridad que se cruzó con ente espectral en el psiquiátrico que vigilaba. El segundo, con un adolescente que atropelló a un supuesto demonio con el auto robado a su padre. El terceto se completa con un padre que atravesó diversos sucesos paranormales con su bebé.

La película tiene un crescendo notable de enrarecimiento, adquiriendo un tono más pesadillesco a medida que avanzan las historias. Terror psicológico a la vieja usanza, con pocos efectos especiales y prácticamente ningún golpe sonoro, Historias de ultratumba va a contramano de los mandatos del mainstream contemporáneo con un relato que entrecruza realidad e imaginación en cada escena con paciencia, sin apuro alguno. El resultado es un film inquietante y pesadillesco que apuesta por el escalofrío antes que por el salto en la butaca. Una verdadera sorpresa.