Hermosa venganza

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

La voluntad quebrada

El caso de Promising Young Woman (2020) constituye todo un signo de nuestros tiempos: hablamos de un exponente del subgénero de los thrillers, los dramas y el horror visceral conocido como violación y venganza/ rape and revenge, aunque en esta oportunidad sin violación ni venganza involucradas -por lo menos en pantalla- y para colmo de males todo tercerizado ya que ahora no es la víctima la que lleva adelante la cacería reglamentaria contra los culpables sino su mejor amiga. Ahora bien, más allá de este mega detalle autocensurador de fondo del opus que nos ocupa de Emerald Fennell, una actriz británica reconvertida en realizadora y guionista y aquí entregándonos su ópera prima en lo que a los largometrajes se refiere, la propuesta en sí compensa el sustrato lavado/ higiénico a escala formal, léase el hecho de esquivar tanto la secuencia de violación de turno como las esperables retribuciones hiper salvajonas, mediante el ardid ideológico de no demonizar exclusivamente a los hombres -como hace cierto feminismo misándrico filofascista y bien retrasado mental de hoy en día- y lanzar inusitados dardos contra las mujeres en calidad de cómplices palurdos activos o pasivos de la avanzada criminal, todo por supuesto en plan reduccionista de “te saco las secuencias sadomasoquistas clásicas del formato rape and revenge y te equilibro el asunto relativizando discursivamente lo que podría haber sido, considerando la dictadura de la corrección política/ ‘no ofendamos a nadie’ del mainstream contemporáneo, un alegato feminazi bobo del montón, listo para las redes sociales y las consignas huecas inofensivas”, planteo que funciona bastante bien a nivel artístico por más que cueste creerlo ya que la cineasta consigue un balance retórico cobardón pero honesto.

El correcto guión de Fennell nos presenta a Cassandra “Cassie” Thomas (Carey Mulligan), una mujer de 30 años que vive con sus padres Stanley (Clancy Brown) y Susan (Jennifer Coolidge), trabaja en una cafetería propiedad de Gail (Laverne Cox) y en esencia abandonó la carrera de medicina en la Universidad Forrest a posteriori de que un tal Alexander “Al” Monroe (Chris Lowell) violara adelante de sus correligionarios a la mejor amiga de Cassie, Nina Fisher, la cual estaba muy borracha y no tenía idea de lo que estaba sucediendo, promoviendo que eventualmente la muchacha se suicide. La protagonista se desquita al azar simulando estar alcoholizada/ drogada en diversos boliches una vez a la semana para que algún hombre se quiera aprovechar y ella termine encarándolo demostrando sobriedad, al punto de que lleva un registro muy detallado de sus presas que se termina cayendo abajo cuando empieza a salir con un ex compañero de universidad al que no veía desde hacía mucho tiempo, el hoy médico Ryan Cooper (Bo Burnham), quien le informa que Monroe volvió desde Londres a Estados Unidos para contraer matrimonio. Apenas enterada de ello, Thomas decide llevar la revancha hacia otros niveles atacando a los cuatro responsables centrales del trágico devenir de Nina, primero la amiga de ambas Madison McPhee (Alison Brie), quien no le creyó nada a Fisher porque tenía fama de putona, segundo la decana de Forrest, Elizabeth Walker (Connie Britton), la cual no tomó medida disciplinaria alguna contra Monroe, tercero el abogado defensor Jordan Green (Alfred Molina), quien presionó a la víctima para que abandonase la acusación, y finalmente el mismo violador en cuestión, ese Alexander dispuesto a casarse con una modelo de bikini como si nada hubiese ocurrido.

Como decíamos antes, Fennell se sube al aluvión del cine de género muy light del nuevo milenio y en vez de la masacre que quieren los espectadores veteranos y/ o más truculentos se decide por una serie de venganzas conceptuales/ pretendidamente irónicas de lo más asépticas como por ejemplo emborrachar a Madison y hacerle creer que un hombre la violó estando desmayada, decirle a la decana que le entregó a la tarada de su hija adolescente, Amber (Francisca Estévez), a unos universitarios repletos de vodka para que hagan lo que quieran con la muchacha o pretender tatuar el nombre de Fisher en el cuerpo de Monroe simulando ser una stripper vestida de enfermera durante su despedida de soltero. Contra todo pronóstico y lo que se podría esperar a priori del mainstream actual con corazón indie, Promising Young Woman compensa la ausencia del querido gore del rape and revenge histórico, ese que va desde Straw Dogs (1971), Lipstick (1976) e I Spit on Your Grave (1978) hasta Irreversible (2002), Revenge (2017) y M.F.A. (2017), a través de un relato bastante reposado y honesto basado en la aguda crisis psicológica de una Cassie que sigue buscando justicia en un caso en el que hasta la madre de la fallecida (Molly Shannon) ha renunciado a ella y optado por olvidar, logrando precisamente equilibrar el sustrato castrado formal con una profundidad sadomasoquista que lleva a lo etéreo íntimo aquella masacre explícita y vitalista del pasado, desde ya asimismo jerarquizando la pirámide de la culpabilidad entre las hembras traicioneras al género femenino (Walker y McPhee), los diversos hombres que siguen abrazando la cultura de la violación (las víctimas del engaño de los boliches) y los máximos responsables del “asuntillo” en general (Green y Monroe).

En lo que respecta al retrato de la masculinidad, arista fundamental para que el film tenga un mercado en serio por fuera de las mujeres de corta edad, Fennell también se cuida bastante y esquiva tanto el panfleto televisivo antimachos como su vertiente videoclipera cool posmoderna sirviéndose -nuevamente- de la sistematización de los diferentes rangos del espectro masculino, desde el que cuenta con la capacidad de reconocer sus errores y pedir perdón (insólitamente elige para este rol al abogado del genial Molina, a quien Thomas pretendía hacer golpear por un monigote para luego renunciar a sus intenciones frente a las disculpas sinceras del hombre, por cierto en pleno colapso mental), pasando por el burgués hipócrita marca registrada de hoy en día (como era de esperar, el Cooper del que ella se enamora resulta ser uno de los testigos que celebraron la violación de Nina y ahora se lavan las manos con la excusa de que eran todos jóvenes en aquel entonces), hasta llegar al hijo de puta -o hijo del poder concentrado capitalista, que es lo mismo- que no cambia más (Monroe es un oligarca de la alta burguesía con amigos que no tienen ningún problema con eso de quemar el cuerpo de la protagonista una vez que Al logra escapar de su destino y hasta la asfixia con una almohada). El film no es ninguna maravilla pero considerando las decisiones estéticas e ideológicas tomadas por Fennell se puede decir que está bastante bien y casi todos los puntos a favor vienen de la mano de la maravillosa Carey Mulligan, una actriz inglesa muy medida que controla cada movimiento, gesto y reacción con una maestría arrolladora, y por gracia de un desenlace bastante extraño para el promedio del rape and revenge, ese que arranca con la muerte de Cassie, continúa con las mentiras de Ryan a la policía y termina con la fiesta de bodas arruinada de Al, suerte de escrache en público que sigue la lógica de las redes sociales de nuestros días en materia de reputaciones destruidas que complementan o hasta sustituyen a la mediocridad, sonseras o abulia de un sistema legal burocrático ya rotundamente risible y deslegitimado en todo el globo. No todo es convalidación de la filosofía virtual en el convite de la realizadora de 35 años porque opta por no mostrar el infaltable video de la violación que aparece a instancias de una Madison que reconoce haberse reído al verlo, a lo que se suma la interesante e insistente noción de la voluntad quebrada en tanto principal ofensa contra la víctima, más en tiempos como estos en donde se entroniza sin más la libertad individual y ya resultan patéticas las justificaciones para los ataques en materia de con cuántos se acuesta o se acostó tal persona, si está o no desvariando por alcohol o drogas y/ o si la ropa que llevaba era sugerente o lo que sea, todos pretextos vacuos de los cobardes y los psicópatas de ayer, hoy y mañana…