Hermanos de sangre

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Humor negro y desmadres

Cine gore del bueno, humor cínico y contundente y una narración que acumula virtudes de cámara y nunca virtuosismos, son los tres vértices de Hermanos de sangre, primer largo que se estrena en el país del experto Daniel de la Vega.

La trama es simple: Matías, un nerd obeso (estupendo Parrilla), humillado en su trabajo y a la búsqueda del amor imposible de una compañera que se le ríe en la cara, se cruza con un viejo compañero de coro, el hierático Nicolás Galvago (excepcional labor de Boris), motivo por el cual construirán una particular amistad con cinco cadáveres de por medio, algunos sutilmente destripados en la bañera de la casa del atribulado protagonista. Pero la película también arranca de la mejor manera, en una escena que transcurre en una morgue con el policía que encarna Juan Palomino, descubriendo cadáveres ante el sudado Matías. Un gran comienzo que tiene un par de gags que demuestran el tono descontracturado y feliz elegido por de la Vega para contar la historia. Es indudable que una parte del último cine argentino dedica su interés a explorar la mixtura de géneros, en especial, el terror en su vertiente más zafada, revisado por el suspenso, junto a escenas de violencia visceral y pinceladas de humor negro. El año pasado fue Diablo, hace unos meses La memoria del muerto y ahora Hermanos de sangre pisa fuerte con sus invocaciones al pop y al derroche de azulejos salpicados de rojo. Por supuesto que no se está ante una película perfecta, pero mucho menos frente a un divertimento adolescente concebido por un grupo de amigos al que se ve mientras se toma cerveza. El profesionalismo de Hermanos de sangre se destaca en los rubros técnicos (hay un minucioso trabajo con el espacio y el fuera de campo en las secuencias dentro del baño) que descarta cualquier atisbo de amateurismo cinematográfico. Con ecos que llegan de los mejores desmadres del cine de Alex de la Iglesia, la película convencerá a los fanáticos y a los que rechazan esta clase de propuestas. Desde allí puede explicarse el merecido premio en el último Festival de Mar del Plata.