Hasta el último hombre

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

La guerra, con la cruda mirada de Mel Gibson
El director de “La Pasión de Cristo” vuelve a mostrar su inclinación por las escenas de violencia gráfica en esta historia de la Guerra del Pacífico.

Como director, Mel Gibson se ha especializado en películas épicas sobre episodios históricos especialmente cruentos, y esta nueva "Hasta el último hombre" no es la excepción. Esta vez enfoca la Segunda Guerra Mundial, contando la historia real del raro caso de un objetor de conciencia que mereció la Medalla al Valor por su participación en la batalla de Okinawa, una de las más sangrientas de la Guerra del Pacifico.

Gibson toma la historia antes de la guerra, empezando por una escena violenta en la infancia del protagonista. Teniendo en cuenta lo extraño del caso de la objeción de conciencia en cuestión, ya que se trata de un voluntario al ejército que se niega a usar un fusil porque lo que le interesa es servir como médico, Gibson se las arregla bastante bien con la primera mitad del film que describe las duras experiencias del recluta durante el entrenamiento en los Estados Unidos, antes de partir a combatir contra los japoneses. Especialmente cuando la rebeldía pacifista del soldado Desmond T. Doss llega al extremo de negarse a tocar un rifle aun bajo la amenaza de que le quiten el permiso de salida el día en que pensaba casarse.

El personaje es atípico, y si Gibson logra volverlo interesante y carismático es gracias a una excelente actuación de Andrew Garfield, que parece una cruza entre Tom Hanks y Anthony Perkins. Pero una vez terminado el conflicto de objeción de conciencia, el director no pierde tiempo y va directamente a la batalla de Okinawa. El decorado de la barranca por la que los soldados deben trepar para atacar a los japoneses (el Hacksaw Ridge del título original) debe ser uno de los mas aterradores en la historia del cine bélico, del mismo modo que los disparos, las explosiones y los lanzallamas se vuelven terroríficos en la visión de la guerra de Gibson, que sin duda está en su salsa. "Hasta el último hombre" es una formidable película de guerra con el giro inesperado de que el héroe es un médico y no un soldado, lo que da lugar a escenas de suspenso cuando el protagonista queda detrás de las líneas enemigas sin un arma para defenderse.

Muchas veces hay una contradicción en el cine antibélico que se sostiene a través de una estética ultraviolenta. Parte de esa contradicción surge de la naturaleza misma de la guerra, y en el caso de este film, la contradicción quizá sea más aguda pero no por eso menos interesante.