Han Solo: una historia de Star Wars

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Imitación de la saga.

La secuencia inicial, con una persecución en la que Han Solo va al volante, parece el primero de muchos guiños al corazón del creador de La guerra de las galaxias, George Lucas. Fanático de los autos, Lucas soñó una mitología cinematográfica muchos años atrás, mientras se recuperaba de un accidente y comenzó a familiarizarse con la mitología y las teorías de Joseph Campbell. En 1977 estrenó Star Wars y el mundo cambió para siempre. El cine no volvió a ser lo mismo y muchas generaciones se aferraron a la saga con una pasión que jamás se apagó. Pero como toda verdadera mitología, no podía ser controlada con la precisión con la que se puede desarrollar una obra cinematográfica. Diferentes ramificaciones, algunas interesantes, otras deplorables, comenzaron a hacer crecer a Star Wars de manera impensada originalmente. Ya la segunda trilogía distorsionaba la lógica estética de los primeros tres films y provocaba ruidos en la estructura narrativa general. Luego George Lucas decidió dar un paso al costado y dejar en manos de otros la continuidad de las historias. Star Wars: The Clone Wars, la película y la serie, fueron una rama de animación de gran éxito. Los libros, las historietas y los videojuegos también tuvieron su camino y se tomaron sus libertades. En el imaginario popular, esta multiplicidad de capas va generando nuevas lecturas y produce mutaciones a lo largo de los años, como suelen ocurrir con toda mitología. Una nueva trilogía fue el primer anuncio de la nueva dirección de Star Wars y se le agregó una pequeña joya llamada Rogue One, una precuela que llega hasta el comienzo exacto de Star Wars (1977). Con Han Solo se abre una nueva ramificación que busca contar las aventuras de uno de los tres personajes principales de la saga. Las posibilidades de que el film estrenado ahora se convierta en trilogía dependerá de la taquilla, pero no parece ser una tarea complicada.

Con una coherencia que no sé si sirve o no, Han Solo: Una historia de Star Wars no tiene el mismo estilo y tono de todos los films anteriores. Es mucho menos personal estéticamente y se posiciona como un absolutamente estándar producto industrial de Hollywood. Si bien no parece tampoco estar en la vanguardia estética del cine más comercial, queda claro que tampoco tiene mucha identidad. Si no fuera una superproducción podría ser un simpático film Clase B, mezcla de ciencia ficción, aventuras, película de guerra y western, como de hecho lo fue Star Wars cuando nació. El problema es que no termina de parecer un clase B, que por más carisma que quiera ponerle Alden Ehrenreich al rol de Han Solo, no hay manera de que pueda instalarse en la cabeza del espectador como el actor que interpreta al personaje. Si pensamos en lo que Harrison Ford significa en ese rol, acá solo se puede imaginar cómo borrador lejano, una tibia imitación, un reemplazante en un flashback de dos horas. Tampoco es que les va bien a todos los actores. Emilia Clarke está totalmente apagada, sin energía, como esperando que empiece la película. Tal vez sea el problema de convocar a un elenco de actores conocidos para roles que deberían ser sorprendentes. Woody Harrelson, por el contrario, sabe que lo suyo es el rol del actor veterano y cumple con creces. Donald Glover, en su mejor momento, crea un Lando Calrissian canchero con mucho estilo, como si estuviéramos en la década del 70. Los personajes en general no llegan a conmover, la emoción no aparece en ningún momento, nada produce empatía, no parece salida del universo Star Wars la película. El sentido del humor es igual, sin efectividad ni fuerza, aun cuando busque parecerse a la saga original. Hay buenas escenas, buenos momentos, un poco de acción, pero falta identidad estética y un director. Aceptable si no quisiera sumarse a la saga más grande de todos los tiempos. Es curioso, la primera película de Star Wars dirigida por un ganador del Oscar a mejor director, demuestra que los Oscars no han sido siempre sinónimo de calidad. Ron Howard, creador de buenas y malas películas por igual, no consigue dotar de vida a un guión con buenas ideas, pero lidiando siempre con formar parte de la mitología y al mismo tiempo salir de ella. Una película muy menor, imposible de convertirte en clásico, pero seguramente puntapié inicial de otros dos films más.