Hachazos

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Redescubrir el cine desde la vida

Es un filme confesional, sobre dos realizadores, que parecen fundirse, ensimismarse en silencios, en imágenes que transcurren lentas, "perezosas" y misteriosas para el que las observa, pero a la vez resultan fascinantes.

Un interesante contrapunto de ideas y sensaciones a transmitir al espectador, es lo que propone el documentalista Andrés Di Tella, en su retrato del cineasta experimental Claudio Caldini.

Figura del cine under de hace más de veinte años atrás, Caldini ha hecho a lo largo de su vida cortometrajes en super ocho sin apoyos, sin subsidios, sólo por el arte de dejar que la cámara refleje pensamientos, paisajes abstractos, o personas que al verlas hoy representan un documento insustituíble de la época. Porque a través de ellos, se refleja una forma de percibir la cultura, se observa la moda de hace décadas, los viejos peinados nuevos y se redescubre a una Marta Minujin (a la que Caldini filmó en una performance en la que intentaba enterrarse viva), que nunca perdió su dosis de rebeldía, aún durante la dictadura militar.

Caldini convirtió su vida también, según lo expone el filme de Di Tella, en un campo de experimentaciones. Se fue a la India, se perdió en alucinaciones propias de varias décadas atrás, en las que meditar era abstraerse por un largo rato de la realidad y luego regreso y se quedó sin casa y sin trabajo.

LA UTOPIA

En el momento en que lo redescubre Di Tella vive en una quinta, de la que es casero, en General Rodríguez. También dicta clases y muestra sus películas under, las que despiertan sensaciones raras para el que las ve hoy, por su tratamiento del celuloide, por sus figuras plásticas, por la necesidad del que las ve, de querer descubrir ese "más allá" intangible que es parte de la indescifrable vida de un artista.

"Hachazos" es un filme confesional, sobre dos realizadores, que parecen fundirse, ensimismarse en silencios, en imágenes que transcurren lentas, "perezosas" y misteriosas para el que las observa, pero a la vez resultan fascinantes.

Este filme convertido en un "biodrama" de Di Tella y Claudio Caldini, permite repensar en parte en lo que se ha convertido hoy el cine y cuánto ha ido perdiendo de la vieja utopía del arte de otra época, de ese sabor artesanal de contar con el tiempo y recursos para filmar lo que se quiere y no lo que imponen los otros.