Habi, la extranjera

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

La aventura de querer ser otra

El viaje de iniciación de una chica de veinte años que llega del interior, a nuestra ciudad y aprende a arreglarse sola, en medio de un entorno que le resulta tan extraño, como sugestivo, es lo que propone la realizadora María Florencia Alvarez, en su "opera prima"

"Habi, la extranjera" habla simbólicamente de la "conquista de un nuevo territorio", como una forma de afirmar la propia identidad.

Analía (Martina Juncadella) juega a ser otra y en ese avatar que ella toma con extrema seriedad y compromiso, alcanza la conciencia de quien es.

UNA MISION
Vital y valiente, Analía viaja de un pueblo del interior (no se identifica cuál es) a Buenos Aires. Su misión es entregar tres paquetes que contienen artesanías que hace su madre. Uno de esos paquetes son para un tal Elía, quien vive en un barrio modesto. Cuando Analía llega al destino en la casa se está celebrando un funeral de la religión islámica. Pregunta por Elía y nadie lo conoce, pero a medida que pasan los minutos, Analía oye unos cánticos religiosos que la cautivan y la gente trata como si fuera un familiar más. A tal punto que le regalan objetos de la persona muerta, que la chica llevará a la pensión en la que se aloja en Buenos Aires.

Lo que viene después es asistir a un instituto de enseñanza privada, en el que no sólo enseñan el idioma árabe, sino que también se da formación religiosa. En el lugar, Analía descubre pegada a un pizarrón la foto de una niña, cuyo nombre es Habiba Rafat y ella decide comenzar a llamarse Habi.

LA RELIGION
En las clases de idioma y de religión se hace amiga de Yasmín (Lucía Alfonsín) y más tarde en un bar de la colectividad musulmana conoce a Hassan, quien le abrirá las puertas a una nueva realidad y le hablará de una hermana desaparecida cuando era pequeña, que es muy parecida a Analía, o Habi, como la chica se hace llamar cuando se presenta a alguien de la comunidad musulmana.

La directora María Florencia Alvarez, consigue un filme que ejerce una extraña fascinación a través de Analía, a quien instala en dos mundos antagónicos: el de la calidez y el afecto de sus amigos musulmanes y el de la violencia cotidiana y el engaño que experimenta en la pensión en la que vive, que es ilustrada a través de una vecina brasileña que su novio golpea.

El amor, los afectos, la identidad, la familia y la amistad, son temas que la cineasta aborda con originalidad y sólidos recursos dramáticos, en una "opera prima", que enfoca el viaje de iniciación de una joven que intenta abrirse un camino en una ciudad que le es ajena.

Martina Juncadella (Analía/Habi) conquista con su naturalidad y su valiosa entrega actoral. A su lado, también se destacan Martín Slipak (Hassan) y Lucía Alfonsín (Yasmín).