The Gunman: El objetivo

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Dado que Pierre Morel es el director de Taken y uno de los principales responsables de que Liam Neeson se haya convertido en uno de los referentes actuales del cine de acción, es fácil hacer la conexión y establecer que The Gunman es una búsqueda implacable pero protagonizada por Sean Penn. Si bien esto puede ser correcto, lo cierto es que en esta oportunidad el francés trata de hacer mucho más. Y sin aprender demasiado del fracaso estrepitoso de From Paris With Love, su nuevo thriller vuelve a hacer aguas por apuntar sus armas en las direcciones incorrectas.

Dos de los mejores exponentes del género en los últimos años han sido John Wick y The Raid, films que priorizaron la palabra "acción" por encima de una trama enrevesada o inútilmente compleja que no haría más que perjudicarlos –algo que sí pasó con la secuela The Raid: Berandal, por ejemplo-. The Gunman, por el contrario, quiere tenerlo todo y está lejos de conseguirlo. Más de uno pensará lo chocante que es que el ganador del Oscar, un férreo opositor al uso de armas de fuego, sea quien encabece una propuesta de este estilo. Desde el comienzo se entiende el motivo de esta incompatibilidad: la película busca ser un thriller de acción con contenido sociopolítico, al punto de que pareciera que el comprometido actor hubiera colaborado en el guión para diseñar un personaje afín a sus intereses -de hecho posteriormente comprobé que le dieron un crédito como co-escritor-.

Jim Terrier es un militar altamente entrenado, uno que tiempo después se descubre como un devoto a la causa de los derechos humanos y que decide prestar su ayuda haciendo pozos de agua en el Congo. Es un "chico malo" con un cuerpo muy trabajado, que no respeta las reglas y sale a surfear por la mañana a pesar de las estrictas medidas de seguridad, aunque tiene la cabeza y el corazón en el lugar adecuado. Y no conforme con perfilar un héroe a la medida de quien lo interpreta, The Gunman quiere más. Además de la mezcla de tiros con responsabilidad social, tiene a un héroe conflictuado en cada aspecto de su vida. Si ser un asesino de élite no es suficiente peso sobre los hombros, tiene que cargar con un amor perdido que quiere recuperar, una enfermedad neurológica cuya única cura parece ser dejar las armas y además carga con la culpa de haber dado inicio a una guerra civil tercermundista.

En papel, el último proyecto de Morel sonaba más prometedor. Penn lidera un elenco de figuras sumamente impactante para un proyecto de estas características. Javier Bardem, Idris Elba, Ray Winstone y hasta Mark Rylance -un aclamado hombre de las tablas que ha hecho muy poco cine- completan un ensamble masculino envidiable por cualquier drama de primer nivel y hacen una labor más que digna para sacarlo adelante. El director francés no aplica demasiado esfuerzo en hacer que las secuencias de acción superen a la media, no obstante compensa con un nivel de recursos generoso. El recorrido de Jim por el mundo lleva a que el film se floree a la hora de mostrar sus valores de producción, haciendo un uso de locaciones sin ningún miramiento y planteando así algunas secuencias en las que se luce gracias al espacio en que son dispuestas.

El gran problema de The Gunman, sin embargo, reside en enfocar su atención en todos los aspectos incorrectos para un film así. El guión de Don MacPherson (autor de la olvidable The Avengers, no la de los superhéroes sino la de los espías basada en la serie de televisión) y Pete Travis (director de Dredd que hasta ahora no había escrito nada) se concentra demasiado en pintar con brocha gorda un mensaje social fuerte y claro -el final es para soltar una carcajada-, pero no hay ninguna intención de aplicar esas ganas en un argumento novedoso o siquiera interesante. En sus casi dos horas, la película prácticamente no tiene un ápice de emoción y la narrativa se hace llevadera solo por el dinamismo de trasladar la acción de un lado para el otro, lo mismo gracias al peso de su equipo de protagonistas. Lo que no se comprendió es que cuando este tipo de películas falla no es por falta de un contenido político "complejo" que le de entidad, sino por tratarse de producciones genéricas que no aportan nada nuevo. Y en su primera incursión al terreno de la acción, es exactamente lo que hace Sean Penn.