Goodbye Solo

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Crítica Digital

Un milagro americano

En un fin de semana donde un film artificial reduce lo humano a la caricatura y donde otro opta por el diseño para hablar de algo remotamente cercano, Goodbye Solo es un oasis. Tercer film del estadounidense Ramin Bahrani, narra la relación entre un taxista inmigrante y un hombre adusto que lo contrata para un viaje con final incierto. Se puede pensar que aquí hay una historia de alguien a punto de abandonarlo todo y alguien que desea ayudarlo, y que todo se reducirá, en última instancia, al típico cuento de redención que forma parte del folclore cinematográfico estadounidense. Pero no: la película es una sorpresa mayúscula por varias razones. La primera –fundamental- consiste en que el realizador, con una transparencia clásica, transforma a los personajes en seres no sólo creíbles sino –sobre todo- verdaderos. Son complejos, no porque escondan algún misterio sino porque, como cada persona que encontramos en nuestra vida, tienen un pasado y una mochila que cargan, más o menos pesada, sobre sus espaldas. Y que cualquier relación humana implica comprender ese peso para decidir si uno quiere compartirlo o no. Los dos personajes tienen bagajes diferentes detrás: Solo, el taxista, es un inmigrante senegalés; tiene una mujer mexicana y una hijastra a la que adora. William fue guardaespaldas de Elvis y parece encaminarse al final de su vida. Los actores son esos mismos personajes “con otro nombre”, una pirueta que recuerda –no es lo único- el mejor cine de Kiarostami, aunque de raíces bien americanas. Porque en última instancia –y de aquí la vibración universal del film- es una parábola del sueño americano, de esa utopía que los mercaderes terminaron usurpando. Aquí Bahrani bucea en la necesidad individual y colectiva de que tal utopía exista. Y lo hace sin teorías, sin diálogos rimbombantes, sin “lecciones de vida” conminativas y subrayadas: lo hace presentándonos a dos o tres personas a quienes queremos seguir mirando, sobre quienes nos hacemos preguntas. A quienes, por fin, consideramos semejantes. En el cine de hoy, casi un milagro.